31.12.05

Naturalidad y sencillez

Deseables propósitos para este año que comienza. La sencillez y la naturalidad hacen que las personas sean especialmente agradables y amenas. Los individuos modélicos en estas probidades huyen del espectáculo y de la vanagloria, de los gestos falsos y teatrales; se hacen asequibles a los enfermos, a los desamparados y a todos los necesitados sin distinción de clases ni acepción de personas. Este tipo de gentes, no muy abundantes por cierto, además son humildes, es decir veraces. La humildad (andar en la verdad) es una virtud humana imprescindible para la convivencia.
Por otra parte, la sencillez exige, entre otras cosas, claridad, transparencia y rectitud de intención, que nos preserva de tener una doble vida. Requiere de una voluntad fuerte, que nos lleve a escoger el bien. Las gentes sencillas juzgan de las cosas, de las personas y los acontecimientos según un juicio recto y no por las impresiones del momento. Se reconocen como en realidad son y aceptan su propias limitaciones. Lo contrario de sencillo es ser complicado. En la convivencia diaria, toda complicación pone obstáculos entre uno y los demás.
La sencillez y naturalidad son valores humanos extraordinariamente atrayentes pero difíciles a causa de la soberbia, que nos lleva a tener una idea desmesurada de nosotros mismos, y a querer aparentar ante los demás por encima de lo que somos y tenemos. La pedantería, la afectación, la jactancia, la hipocresía y la mentira se oponen a la sencillez, y por tanto, a la amistad a las buenas relaciones de vecindad y no digamos en el ámbito de la familia. Seamos sencillos cuidando la rectitud de nuestras acciones. Así nos irá muy bien el año 2006.