22.9.10

Tibieza



a) Síntomas: Camino, 331.

b) Manifestaciones (según San Isidoro de Sevilla):

1. Ociositas. La pereza es una de las grietas fundamentales. Impuntualidad. Perdida de tiempo. Incumplimiento de los deberes. Buscar lo fácil.

2. Somnolencia. Mente dormida. Poca atención. Importunitas mentis. Distracciones inoportunas e insistentes. Soñar despiertos. Quimeras.

3. Inquietudo corporalis. Movimientos de impureza fruto de la ociosidad o de la comodidad, o del descontrol de la vista, el oído o la imaginación. Vehemencias difíciles de controlar. Búsqueda de compensaciones en el comer, el beber o el ver. Sentir impide el pensar.

4. Inestabilitas. Alteraciones del humor por la escasez de virtud. Al faltar la estabilidad de la virtud las buenas disposiciones no bastan. Con los fracasos aumenta la tristeza. Cambios bruscos de carácter. Deleitarse en la tristeza. Compasión de uno mismo. Non cogitari nisi de se.

5. Verbositas. Non loqui nisi de se. Hablar sin escuchar. A veces es mutismo que es peor. Superficialidad en las conversaciones.

6. Curiositas. Afán de novedades. Querer enterarse de la vida de los demás, controlarlo todo, estar al día… Intentar probar algo pecaminoso sólo por ver que pasa. No saber huir de las ocasiones. Ansia de probarlo todo. Afán de novedades.

c) Remedios:

Proverbios 30, 5-9 (las virtudes de la veracidad y el desprendimiento).

Camino, 492.

Vida de fe



Hay un neopaganismo llamando continuamente a nuestras puertas, y que se cuela.

Vivir la fe en nombre propio, sin anonimato. Que se aleje todo lo que pueda ser hipocresía.

Nuestra fe es un compromiso con la santidad.

Fomentar y favorecer los encuentros personales con el Señor Jesucristo. La santa misa, la oración personal, diaria, en un diálogo de dos… Esos momentos son “espacios de sentido”: momentos y lugares en los que encuentro sentido a la vida. Me paro, pienso y me encuentro frente a frente con la Verdad, y con la verdad de mi vida.

Cada vez que pongo en práctica mi fe, me paro, rezo, reflexiono, me encuentro con el amor de Dios, que me da fuerzas para transformar en amor los sufrimientos de esta vida.

Que mis pensamientos sean los pensamientos de Jesucristo, de Dios.

Nuestra fe nos permite no quedarnos atrapados en la temporalidad de esta vida, sino vivir en la trascendencia.

Con mi vida interior vivifico a mi familia. “La primera y principal relación de una persona es su relación con Dios. Si esa relación es buena, todas las demás relaciones son buenas” (Benedicto XVI).

Cuidar también la formación doctrinal para saber dar razón de nuestra esperanza.

Anécdota de la estudiante de primer curso de periodismo…