10.11.08

Vela noviembre ESO / Prim

Jesús, hemos venido para hacerte compañía. Sabemos que durante el mes de noviembre la Iglesia reza especialmente por las personas que han fallecido y que están en el purgatorio preparándose para entrar en el Cielo… y ser eternamente felices Contigo.

Nosotras ahora estamos en la tierra preparándonos para ir algún día al Cielo. Todas queremos disfrutar muchos años de vida aquí abajo, y después, estar junto a Ti.

Te pedimos por nuestros familiares que han fallecido, para que los purifiques cuanto antes. Ahora, en este rato junto a Ti, podemos conseguir que muchas personas salgan del purgatorio y se salven para siempre, para siempre, para siempre.

Cuando la Virgen se apareció en Fátima a los tres pastorcillos (Francisco, Jacinta y Lucia), les pidió que ofrecieran sacrificios para que mucha gente se convierta y se vaya al Cielo. Nosotros podemos ayudar a nuestras familias y a nuestros amigos a que sean felices ofreciéndo a Jesús pequeños sacrificios, tan sencillos como:

no ser perezosa y aprovechar el tiempo

estar atenta en las clases, especialmente en las que me gustan menos

haciendo los deberes que me mandan, cada día

obedeciendo en casa a mis padres

poniendo buena cara cuando me cuesta hacer algo

prestando favores a quienes me los pidan

tratando con el mismo cariño a todas las personas (aunque algunas me caigan mejor que otras)

siendo amiga de todas y no dejando nunca de lado a nadie

A Jesús le gustan mucho esas pequeñas mortificaciones que somos capaces de hacer para cumplir con nuestra obligación y querer a las personas que tenemos a nuestro lado. Y, ahora, durante este mes de noviembre, si somos sacrificados y le ofrecemos a Jesús cada día tres o cuatro sacrificios podemos conseguir el Cielo para muchas personas que, desde el purgatorio, nos están gritando: ¡¡por favor, haz algo por nosotros, que nosotros cuando entremos por la puerta grande del Cielo nos acordaremos de ti delante de Dios!!

¡A cuánta gente podemos ayudar a que entren en el Cielo! Serán nuestros mejores amigos, porque una persona a la que hemos ayudado a que se salve nunca se olvidará de nosotros cuando ya esté delante de Dios.

La fuerza más grande que reciben las almas del purgatorio viene de la misa. Yendo a misa, y ofreciéndola por ellas, sacaremos a un montón de personas del purgatorio.

Quizás el mejor propósito que podríamos hacer hoy es ir muchos días a misa durante este mes para rezar por las personas que están en el purgatorio. Así tendremos miles, millones de amigos que nos estarán ayudando desde el Cielo.

Vela noviembre BAC

1. Venimos a estar un rato con Jesús, para adorarle, para quererle, para pedirle ayuda. Aquí hay unas palabras del Papa Juan Pablo II que nos pueden iluminar en estos momentos de oración. Léelas despacio, sin prisa. Te ayudarán a hacer algún propósito, que quizás te cambie la vida.

“Reconcíliate con Dios.

Permitid a Cristo que os encuentre.

¡Que conozca todo de vosotros!

¡Que os guíe!

Nadie es capaz de lograr que lo pasado no haya ocurrido; ni el mejor psicólogo puede liberar a la persona del peso del pasado. Sólo lo puede lograr Dios, quien, con amor creador, marco en nosotros un nuevo comienzo: esto es lo grande del sacramento del perdón: que nos colocamos cara a cara ante Dios, y cada uno es escuchado personalmente para ser renovado por Él.

Quizá algunos de vosotros habéis conocido la duda y la confusión; quizá habéis experimentado la tristeza y el fracaso cometiendo pecados graves. Éste es un tiempo de decisión. Ésta es la ocasión para aceptar a Cristo: aceptar su amistad y su amor, aceptar la verdad de su palabra y creer en sus promesas.

Y si, a pesar de vuestro esfuerzo personal por seguir a Cristo, alguna vez sois débiles no viviendo conforme a su ley de amor, a sus mandamientos, no os desaniméis! Cristo os sigue esperando! Él, Jesús, es el Buen Pastor que carga la oveja perdida sobre sus hombros y la cuida con cariño para que sane.

Gracias al amor y misericordia de Cristo, no hay pecado por grande que sea que no pueda ser perdonado; no hay pecador que sea rechazado. Toda persona que se arrepiente será recibida por Jesucristo con perdón y amor inmenso.

Sólo Cristo puede salvar al hombre, porque toma sobre sí su pecado y le ofrece la posibilidad de cambiar.

Siempre, pero especialmente en los momentos de desaliento y de angustia, cuando la vida y el mundo mismo parecen desplomarse, no olvidéis las palabras de Jesús: «Venid a Mí todos los que estáis fatigados y oprimidos, que Yo os aliviaré. Tomad sobre vosotros mi yugo y aprended de Mí, que soy manso y humilde de corazón, y hallaréis descanso para vuestras almas, pues mi yugo es suave y mi carga ligera.»

No nos debemos mirar tanto a nosotros mismos cuanto a Dios, y en Él debemos encontrar ese «suplemento» de energía que nos falta. ¿Acaso no es ésta la invitación que hemos escuchado de labios de Cristo: «Venid a Mí todos los que estáis fatigados y oprimidos, que Yo os aliviaré»? Es Él la luz capaz de iluminar las tinieblas en que se debate nuestra inteligencia limitada; Él es la fuerza que puede dar vigor a nuestras flacas voluntades; Él es el calor capaz de derretir el hielo de nuestros egoísmos y devolver el ardor a nuestros corazones cansados.

En el camino de vuestra vida, no abandonéis la compañía del Señor. Si la debilidad de la condición humana os llevase alguna vez a no cumplir los mandamientos de Dios, volved vuestra mirada a Jesús y gritadle: «Quédate con nosotros, vuelve, no te alejes.» Recuperad la luz de la gracia por el sacramento de la Penitencia.

Con El podemos encontrarnos siempre, por mucho que hayamos pecado, por muy alejados que nos sintamos, porque El está saliendo siempre a nuestro encuentro”.