15.5.08
Me lo encontré abandonado en la red...
Apretar un gatillo tampoco es delito
14.5.08
Actitud empresarial y solidaridad
El sentido de la vida
La convivencia
13.5.08
Cambiar la sociedad tomando la escuela
Contrariamente a lo previsto en el artículo 27 de
Deberíamos enseñar a los jóvenes, como ha puesto de manifiesto la doctora Chaparro, el acuerdo de posturas profundamente antagónicas que se sacrificaron, durante
No es inoportuno en este sentido traer a colación el recordatorio que el profesor Alzaga hizo en el Congreso de las palabras de Miterrand: "hoy para cambiar la sociedad no es necesario tomar el Cuartel de Invierno, basta con tomar la escuela". ¿Es lo que están intentando algunas autoridades?
Acabemos, de una vez por todas, para que el derecho de las familias a la educación de sus hijos no tenga siempre el mismo enemigo: el adoctrinamiento ideológico.
Educación para la Ciudadanía
Mt 26, 6 “Encontrándose Jesús en Betania, en casa de Simón el leproso, se acercó a él una mujer que llevaba un frasco de alabastro lleno de un perfume de gran valor y lo derramó sobre su cabeza mientras estaba a la mesa. Al ver esto, los discípulos se disgustaron y dijeron: ¿A qué viene este despilfarro? Se podía haber vendido por mucho dinero y repartirlo a los pobres. Pero Jesús, conociéndolo, les dijo: ¿Por qué molestáis a esta mujer? Ha hecho una obra buena conmigo; pues a los pobres siempre los tenéis con vosotros, pero a mí no siempre me tenéis. Al derramar ella sobre mi cuerpo este perfume, se anticipó a mi sepultura. En verdad os digo: Dondequiera que se predique este evangelio en todo el mundo, también se contará para memoria suya lo que ésta ha hecho”.
“Hay una urbanidad de la piedad —Apréndela —Dan pena esos hombres "piadosos", que no saben asistir a Misa —aunque la oigan a diario—, ni santiguarse —hacen unos raros garabatos, llenos de precipitación—, ni hincar la rodilla ante el Sagrario —sus genuflexiones ridículas parecen una burla—, ni inclinar reverentemente la cabeza ante una imagen de la Señora”(Camino, 541).
(Texto escrito sobre una octavilla Re. Era éste un tema, como tantos otros relacionados con la seriedad de la vida litúrgica, que el Autor tenía a cuore desde los comienzos de su ministerio sacerdotal. En el Cuaderno V, con fecha 14 de Marzo de 1932, hablaba de la necesidad de esta formación litúrgica en los fieles del Opus Dei:
"Ha de comenzar a instruírseles –decía– por lo que pudiéramos llamar "Urbanidad de la Casa de Dios", que realmente será nociones de Liturgia. Da pena ¡y risa! el comportamiento de muchísimos hombres piadosos en la Iglesia".
“Aristócratas del amor en el mundo”.
Pequeñeces que esconden grandeza… y no dan igual.
SC 35 “La belleza, por tanto, no es un elemento decorativo de la acción litúrgica; es más bien un elemento constitutivo, ya que es un atributo de Dios mismo y de su revelación. Conscientes de todo esto, hemos de poner gran atención para que la acción litúrgica resplandezca según su propia naturaleza”.
“Supliquemos al Señor que no olvidemos que la oración se trenza con el alma y con el cuerpo, que nos recuerde la urgencia de cuidar los gestos, la «urbanidad» de la piedad, cumpliendo y entrando a fondo en el significado de las indicaciones litúrgicas, aunque estemos cansados o secos” (Javier Echevarría, Getsemaní).
SC, 41 “Es necesario que en todo lo que concierne a la Eucaristía haya gusto por la belleza. Se debe también respetar y cuidar los ornamentos, la decoración, los vasos sagrados, para que, dispuestos de modo orgánico y ordenado entre sí, fomenten el asombro ante el misterio de Dios, manifiesten la unidad de la fe y refuercen la devoción”.
- Bostezos en misa (en la Consagración).
- Sonarse durante la Consagración.
- Bostezos en la bendición.
- Vestirse y desvestirse en el oratorio.
- Posturas más propias para tomar el sol que para adorar a Dios.
- Posturas en el cb... posturas de 'qué me estás contando', de 'ya me lo sé' o de 'qué aburrido'.
- Salir corriendo del oratorio porque suena el móvil. (Tener la elegancia de apagarlo).
- Oraciones en las que se ensaya la postura del "acoplamiento espacial".
- Puntualidad.
- Salir del oratorio en los entreactos.
En la vida de San Josemaría…
“Esta necesidad de amar más y más al Señor, se traducía en una exigencia constante. En 1966, como en otras muchas ocasiones, nos persuadía: vamos a examinar el sentido sobrenatural de nuestra vida personal: si nos buscamos a nosotros mismos; si nos hemos ido acostumbrando y no damos importancia a ese encuentro con el Amor, porque, si nos vamos acostumbrando, es que empieza la decadencia del amor, de ese amor que da contenido a nuestra vida y nos hace verdaderamente eficaces” (Memoria del Beato Josemaría).
“¿Cómo era, externamente, la oración de Mons. Escrivá de Balaguer?
He tenido ocasión de contemplar su recogimiento en iglesias y en los oratorios de los Centros del Opus Dei. Me admiraba la continuidad, la atención y la piedad con que miraba de hito en hito y sin cansancio al Sagrario. Se aislaba de lo que tenía a su alrededor para dirigirse a Dios y escucharle, sabiéndose en la presencia real de Jesús, que nos preside desde el Tabernáculo, acompañado por el Padre y el Espíritu Santo. Buscaba amorosamente al Señor Sacramentado, que nos espera y que nos aguarda desde hace veinte siglos.
Su concentración interior y exterior era constante. Muchas veces requería un gran esfuerzo, pues estaba agotado por la diabetes, por el abundante trabajo, o por las contradicciones que pesaban sobre su persona.
Ha sucedido, en diversas ocasiones, que sólo por verle rezar en una iglesia, muchos sentían la llamada a mejorar su vida. Por ejemplo, en 1970, el primer día de su novena a la Virgen de Guadalupe en México, de acuerdo con el Abad de la Basílica, se colocó en el presbiterio. Cayó de rodillas y se mantuvo, más de una hora, al pie de Nuestra Madre del Cielo, poniéndola como intercesora ante la Trinidad Beatísima. Aquella oración, que se reflejaba también en su postura estática, sin ningún movimiento, con los ojos fijos en el cuadro de la Virgen, produjo inmediatamente efectos entre los fieles: se ponían también a rezar, y comentaban luego que la imagen de aquel sacerdote tan metido en Dios les había llevado a una revisión de su vida, a desear rezar con la misma fe que él.
Sólo por su modo de estar delante del Señor, se puede deducir que su oración era viva y continua, seria y convencida, atrayente: se palpaba su presencia de Dios” (Memoria del Beato Josemaría).
La disciplina
Buscar la sabiduría
Trabajemos para tener el manjar que no se consume: trabajemos en la obra de nuestra salvación. Trabajemos en la viña del Señor, para hacernos merecedores del denario cotidiano. Trabajemos para obtener la sabiduría, ya que ella afirma: Los que trabajan para alcanzarme no pecarán. El campo es el mundo —nos dice aquel que es la Verdad—; cavemos en este campo; en él se halla escondido un tesoro que debemos desenterrar. Tal es la sabiduría, que ha de ser extraída de lo oculto. Todos la buscamos, todos la deseamos.
Si queréis preguntar—dice la Escritura—, preguntad, convertíos, venid. ¿Te preguntas de dónde te has de convertir? Refrena tus deseos, hallamos también escrito. Pero, si en mis deseos no encuentro la sabiduría —dices—, ¿dónde la hallaré? Pues mi alma la desea con vehemencia, y no me contento con hallarla, si es que llego a hallarla, sino que echo en mi regazo una medida generosa, colmada, remecida, rebosante. Y esto con razón. Porque, dichoso el que encuentra sabiduría, el que alcanza inteligencia. Búscala, pues, mientras puede ser encontrada; invócala, mientras está cerca.
¿Quieres saber cuán cerca está? La palabra está cerca de ti: la tienes en los labios y en el corazón; sólo a condición de que la busques con un corazón sincero. Así es como encontrarás la sabiduría en tu corazón, y tu boca estará llena de inteligencia, pero vigila que esta abundancia de tu boca no se derrame a manera de vómito.
Si has hallado la sabiduría, has hallado la miel; procura no comerla con exceso, no sea que, harto de ella, la vomites. Come de manera que siempre quedes con hambre. Porque dice la misma sabiduría: El que me come tendrá más hambre. No tengas en mucho lo que has alcanzado; no te consideres harto, no sea que vomites y pierdas así lo que pensabas poseer, por haber dejado de buscar antes de tiempo. Pues no hay que desistir en esta búsqueda y llamada de la sabiduría, mientras pueda ser hallada, mientras esté cerca. De lo contrario, como la miel daña —según dice el Sabio— a los que comen de ella en demasía, así el que se mete a escudriñar la majestad será oprimido por su gloria.
Del mismo modo que es dichoso el que encuentra sabiduría, así también es dichoso, o mejor; más dichoso aún, el hombre que piensa en la sabiduría; esto seguramente se refiere a la abundancia de que hemos hablado antes.
En estas tres cosas se conocerá que tu boca está llena en abundancia de sabiduría o de prudencia: si confiesas de palabra tu propia iniquidad, si de tu boca sale la acción de gracias y la alabanza y si de ella salen también palabras de edificación. En efecto, por la fe del corazón llegamos a la justificación, y por la profesión de los labios, a la salvación. Y además, lo primero que hace el justo al hablar es acusarse a sí mismo: y así, lo que debe hacer en segundo lugar es ensalzar a Dios, y en tercer lugar (si a tanto llega la abundancia de su sabiduría) edificar al prójimo.
De los sermones de san Bernardo, abad (Sermón 15 sobre diversas materias: PL 183, 577-579)
Familia y economía
Los sociólogos explican con insistencia el valor que las grandes empresas están dando al trabajo en casa: están cada vez más concienciadas con esta armonización necesaria y son ahora más tolerantes respecto a las horas de entrada y salida, la duración de la jornada laboral, el lugar donde se realiza el trabajo, etc. Y esto, claro está, no por razones altruistas, sino por pragmatismo y sentido común, además de por el negocio. Porque saben que cuando no se facilita una conciliación entre la vida profesional y la familiar, al final se está dañando a todos; y, sobre todo, se pone a las mujeres ante la disyuntiva de dejar el trabajo, antes que arriesgarse a perder al marido y a los niños.
Es de Nuria Chinchilla, economista española, la siguiente expresión: "Decir 'yo trabajo para la familia' a veces es un engaño. El trabajo siempre es instrumental, y si te pasas la vida trabajando para comprar una casa, otra casa, otro auto, una lancha y no estás con tus hijos ni con tu mujer o marido, entonces es un engaño''. Creo que acierta plenamente”.
(Fuente: Antonio García-Berbel M, confidencialdigital.com 12/05/08)
12.5.08
Las claves del éxito
- El corazón, de Dietrich von Hildebrand (el autor debe ser inteligentísimo, pero yo no he entendido nada: un lenguaje filosófico al más alto nivel… muy interesante, pero para especialistas. Pero me lo he acabado…).
- El libro de los Proverbios (de un Autor mucho más inteligente que el anterior, y que además se hace entender, y vaya si se hace entender. ¡Que sentido común, Dios mío!)
- El mejor libro de autoayuda de todos los tiempos, de José Ballesteros.
Aquí está el cuadro-sinóptico que hace el autor al final del libro. Aquí está.
Ley del éxito | Evangelio |
I. Todo comienza en tu mente | |
Ley del control Para llegar a dirigir y escribir el guión de nuestra propia vida debemos controlar lo que pensamos (nuestra comunicación interior), pues aquello que pensamos sobre cualquier cosa determinará nuestro sentimiento y éste nuestra acción/comportamiento | Mt 15, 11; Mt 15, 19; Mc 7, 15-23 |
Ley de la correspondencia Lo que pasa en el exterior es una correspondencia de lo que nos pasa dentro de nosotros mismos. Nuestro mundo exterior de relaciones es un fiel reflejo de cómo estamos po dentro. | Mt 6, 22-23; Mc 4, 24; Lc 6, 41-44 |
Ley del desarrollo personal La fortuna que usted consiga durante su vida erá en proporción directa con el grado de desarrollo personal y profesional que alcance. | Lc 6, 22-23; Lc 6, 45; Lc 8, 16-17; Lc 8, 18. |
Preocupaciones El 40% nunca pasarán. El 30% ya han sucedido El 12% son sobre la salud sin fundamento ninguno. El 10% son diversas y no conducen a nada. | Mc 6, 47-52; Mc 8, 1-9; Mt 6, 34; Mt 11, 28-30; Mt 14, 24-33; Mt 28, 20; Lc 12, 22-31; Lc 17, 21; Jn 21, 6-11; Cor 1, 10-13. |
II. Lo que creas es lo que atraes | |
Ley de la fuerza de las creencias Aquello en lo que creas firmemente se producirá en tu vida. William James: la creencia es la creadora del hecho real. Henry Ford: “tanto si cree que puede, como si cree que no puede, está en lo cierto”. | Mt 9, 29; Mt 17, 20-21; Mt 21, 21-22; Mc 11, 23; Lc 17, 6; Jn 14, 12. |
Ley de las expectativas Todo lo que esperes con certeza e intensidad se convertirá en una profecía que se cumple. La autoexpectativa (efecto galatea) es el determinante de tu logro. Fuentes de las expectativas: los padres, los jefes, el cónyuge, hijos, empleados y uno mismo | Mt 7, 7-8; Mc 4, 24; Rom 8, 15-18 |
Ley de la atracción Somos imanes vivientes, atraemos a las personas y circunstancias que están en armonía con nuestros propios pensamientos y creencias. Se basa en el principio de resonancia. Cuanta más carga emocional ponemos más vibración transmitimos y mayor rapidez en atraer hacia nosotros las circunstancias y personas que nos ayudarán a conseguir lo que queremos. | Mt 7, 7-8; Mt 7, 12. |
Principio de globalización Una cosa atrae a la otra, las circunstancias se atraen. Todo el universo conspira para ayudarle a lograr el objetivo que se marque. | Mt 7, 11; Rom 8, 15-18 |
Ley de la abundancia Hay suficiente para todos. No existe tal cosa como la escasez en esta vida. Por eso las personas de éxito dicen que cualquiera puede alcanzar lo que ellos han alcanzado si realmente lo quiere. | Mt 10, 9-10; Mc 6, 33-34; Mc 14, 3-9; Lc 6, 38; Jn 6, 5-13 |
III. No basta con creer, hay que hacer | |
Ley de la causa y el efecto Todo tiene una causa específica. Si existe un efecto que quieres alcanzar, observa cuáles son sus causas, reprodúcelas con toda su intensidad y repítelas, de forma que se producirá tal efecto deseado. | Mt 7, 7-8; Lc 6, 37-38; Lc 6, 44; Lc 11, 9-10; Jn 15, 2. |
Ley de la siembra y la recogida Obtienes lo que siembras. Todo lo que sucede en tu vida viene marcado por lo que piensas: tu comunicación interior y de ahí a lo que haces provoca unos resultados multiplicados. | Mt 25, 14-30; Lc 6, 43-45; Lc 8, 18; Lc 13, 6-9; Lc 19, 11-27; Jn 15, 2; Gal 6, 7 |
Ley de la aceleración acelerada Mientras más rápido e intensamente te muevas hacia tu meta, más intensamente se moverá esta hacia ti. | Mc 13, 12; Mt 25, 29; Lc 8, 18; Lc 19, 26. |
Ley del magnetismo Cuanto más éxito tengas en tu vida, más éxitos atraerás. | Mt 13, 12; Mt 25, 29; Lc 19, 26. |
IV. Sólo el que persevere lo consigue | |
Ley de la perseverancia Cuanto más importante es algo que queremos conseguir, más perseverantes deberemos ser. | Mt 24, 13; Lc 18, 2-8; Lc 24, 44 y 46 |
Ley de la acumulación Cada gran logro en la vida es el resultante de la acumulación de esfuerzos y sacrificios pequeños que muchas veces son difíciles de apreciar a simple vista. | Mc 12, 41-44; Lc 16, 10 |
Ley de la perspectiva del tiempo Las personas más exitosas en cualquier sociedad son aquellas que toman decisiones con mucho tiempo de anticipación | Mt 24, 42-51; Mt 25, 1-13 |
Ley de los talentos Dedícate a aquello que te apasiona y tendrás éxito. Toda persona ha nacido con uno o varios talentos específicos, elige tu propósito vital en función de estos y serás feliz alcanzando lo que te propongas en esa actividad acorde a tus talentos. | Mt 25, 29-30; Lc 12, 39-48; Lc 12, 48; Lc 19, 26; Pe 4, 10. |
Ley del kilómetro extra El único medio seguro para alcanzar el éxito es prestar más y mejores servicios de los que se esperan de ti, sin importan cuáles puedan ser las tareas | Mt 5, 39-42. (Toda la vida de Jesús es un ejemplo de esta ley). |
Ley de la gratificación retardada Todo logro conlleva un sacrificio, y al conseguirlo es cuando podemos premiarnos. Hacerlo antes nos resta energías y motivos para perseverar en la consecución del mismo. | Todo el mensaje de Jesús contiene esta ley: la esperanza en la vida eterna. Gracias a la esperanza en la vida eterna el cristiano está dispuesto a muchos sacrificios. |
El poder del compromiso Una mujer embarazada es el mejor ejemplo del compromiso. No se puede estar un poco o un mucho embarazada, sino embarazada o no. Igual pasa con el compromiso: o se está o no se está. | Lc 9, 62; Lc 14, 33. |
Los hombres también rezan... y dan gracias
Hay una anécdota que relatan Charles A. Poissant y Christian Godofroy en su libro Los hombres más ricos del mundo.
Conrad Hilton y su equipo, después de agotadores meses de esfuerzo y negociaciones, por fin consiguieron comprar el Waldorf Astoria de Nueva York, un hotel espléndido.
Hilton se ocupaba personalmente de despertar a todo su equipo cada mañana a las seis para ir a la catedral de San Patricio en pleno corazón de Manhattan a rezar durante media hora. Todos lo hacían, incluso los no católicos. Señalan que un colaborador comentaba que “cuando Conrad Hilton reza para obtener algo, lo obtiene. ¡Tal vez porque no olvida nunca agradecer tan calurosamente como pidió!”.
Al terminar la negociación, ¡Hilton volvió a despertar a su equipo al día siguiente a la misma hora! Y cuando, reunidos en el hall del hotel, algunos protestaron, Hilton les explicó: “uno no puede rogar por obtener algo que desea y después olvidar decir gracias cuando lo obtiene. ¡Vamos!”
(Fuente: José Ballesteros, El mejor libro de autoayuda de todos los tiempos, p. 88).
Laissez faire escolar
Los silencios de Dios
En esta ermita había una cruz muy antigua. Muchos acudían allí para pedirle a Cristo algún milagro. Un día el ermitaño Haakon quiso pedirle un favor. Lo impulsaba un sentimiento generoso. Se arrodilló ante la cruz y dijo:
- Señor, quiero padecer por ti. Déjame ocupar tu puesto. Quiero reemplazarte en la Cruz.
Y se quedó fijo con la mirada puesta en la figura, como esperando una respuesta.
El Señor abrió sus labios y habló. Sus palabras cayeron de lo alto, susurrantes y amonestadoras:
- Siervo mío, accedo a tu deseo, pero ha de ser con una condición.
- ¿Cuál, Señor? – preguntó con acento suplicante Haakon-. ¿Es una condición difícil? ¡Estoy dispuesto a cumplirla con tu ayuda, Señor!
- Escucha, suceda lo que suceda, y veas lo que veas, has de guardar silencio siempre.
- ¡Os lo prometo, Señor!
Y se efectuó el cambio. Nadie advirtió el trueque. Nadie reconoció al ermitaño, colgado con los clavos en la cruz. El Señor ocupaba el puesto de Haakon. Y éste por largo tiempo cumplió el compromiso. A nadie dijo nada.
Pero un día llegó un rico que, después de haber rezado, dejó allí olvidada su cartera. Haakon lo vio y calló. Tampoco dijo nada cuando un pobre, que vino dos horas después, se apropió de la cartera del rico. Ni tampoco dijo nada cuando un muchacho se postró ante él poco después para pedirle su gracia antes de emprender un largo viaje. En ese momento volvió a entrar el rico en busca de su bolsa. Al no hallarla, pensó que el muchacho se la había apropiado. El rico se volvió al joven y le dijo, iracundo:
- ¡Dame la bolsa que me has robado!
El joven, sorprendido, replicó:
- ¡No he robado ninguna bolsa! Afirmó el muchacho.
- ¡No mientas, devuélvemela enseguida!
- ¡Le repito que no he cogido ninguna bolsa!
- El rico arremetió furioso contra él.
Sonó entonces una fuerte voz:
- ¡Detente!
El rico miró hacia arriba y vio que la imagen le hablaba. Haakon, que no pudo permanecer en silencio, gritó, defendió al joven, increpó al rico por la falsa acusación. Éste quedó anonadado, y salió de la ermita. El joven salió también porque tenía prisa para emprender su viaje.
Cuando la ermita quedó a solas, Cristo se dirigió a su siervo y le dijo:
- Baja de la cruz. No sirves para ocupar mi puesto. No has sabido guardar silencio.
- Señor –dijo Haakon- ¿cómo iba a permitir esa injusticia?
Se cambiaron los lugares. Jesús ocupó la cruz de nuevo y el ermitaño se quedó ante la cruz. El Señor siguió hablando:
- Tú no sabías que al rico le convenía perder la bolsa, pues llevaba en ella el precio de la virginidad de una joven mujer. El pobre, por el contrario, tenía necesidad de ese dinero e hizo bien en llevárselo; en cuanto al muchacho que iba a ser golpeado, sus heridas le hubiesen impedido realizar el viaje que para él resultaría fatal. Hace unos minutos acaba de zozobrar el barco y él ha perdido la vida. Tú no sabías nada. Yo sí. Por eso callo.
Y el Señor nuevamente guardó silencio.
11.5.08
Apostar por la bondad
9.5.08
Fe y humildad
1. La falta de fe (no-confianza en Dios).
2. La soberbia (desmedido amor de uno mismo, acompañada normalmente de un profundo desconocimiento propio).
Son dos grandes enemigos que Impiden la actuación divina en un alma.
- como un árbol que no recibe la sabia de la tierra.
Imposibilitan el desarrollo de algunas virtudes fundamentales (como la fortaleza, que es un don -regalo- del Espíritu Santo)..
- como un coche sin motor.
Facilitan el egotismo. Si no necesito a nadie y yo sólo puedo alcanzar las metas que me propongo, viviré centrado en mi.
Desaparecen del horizonte vital los ideales trascendentes y la vida queda coja.
A medio plazo uno queda sumido en el aislamiento que produce el toparse de repente con el propio vacio interior y la propia mediocridad.
(El remedio) Una sólida vida de piedad (la virtud de la religión puesta en práctica, a diario).
No se puede caminar por esta vida en solitario. Necesitamos guías y maestros que nos orienten y re-orienten. Y necesitamos el perdón de Dios por nuestras -muchas veces- continuas equivocaciones.