14.5.08

La convivencia


Debemos manifestar, con realidades, un exquisito aprecio a la familia, en donde se ha de ejercer en primer término la convivencia, es decir, la acción de vivir en compañía de otro u otros. Donde tiene lugar el primero y principal trato social. Y lo mismo, trasladarlo a toda la humanidad, comenzando por nuestros más próximos. Porque es necesario aprender a convivir con todos, por encima de sus defectos, ideas y modos de ser. Desde las personas que trabajan en los bajos comerciales de nuestros edificios, si los tienen, hasta con los vecinos de los últimos pisos si el inmueble está ubicado en casas sometidas al régimen de propiedad horizontal o vertical.Gran ideal es llegar a ser personas abiertas, con capacidad de verdadera amistad con lo que ello significa y compromete.

Dispuestos siempre a comprender, disculpar y prestar de inmediato cualquier tipo de ayuda, ante la enfermedad u otra necesidad, sin esperar nada a cambio.A lo largo del día tenemos muchos encuentros esporádicos y fugaces con diversas personas. Son ocasiones idóneas para dar muestras de nuestra educación y cortesía. Es benéfico, y hasta por higiene mental, poner en práctica lo que nos enseñaron de Urbanidad y buenos modales.

También deberíamos cultivar, con dignidad, la virtud humana de la afabilidad porque nos lleva a hacer la vida más grata a quienes vemos todos los días.Son muchas las cualidades personales que facilitan y hacen posible la convivencia, entre otras: la benevolencia y la condescendencia, la gratitud, la cordialidad y la amistad, así como el respeto mutuo. Tenemos que vivir, abiertos hacia los demás; a comprenderlos, a mirarlos siempre, con una mirada que sepa encontrar la parte de bondad o positiva que existe en todos.Y muy cercana a la comprensión está la capacidad de disculpar con prontitud. Por algo se comienza.

(Fuente: Antonio García-Berbel M; estrelladigital.com)

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