El pasado doce de octubre, el Papa creó un nuevo organismo en la Curia Romana: el «Pontificio Consejo para la promoción de la Nueva Evangelización». El nombre de “Consejo” podría sugerir que se trata de un organismo de rango inferior al de las Congregaciones Romanas. Pero no; la finalidad del nuevo Consejo es promover la evangelización en las naciones donde el Evangelio hace siglos que fue anunciado y parecía que los había impregnado. Las transformaciones sociales, económicas y culturales han supuesto un impacto tal en las convicciones y prácticas religiosas, que hoy reclaman que se les vuelva a proponer el Evangelio con nuevo empuje y alegría. No es, por tanto, un doblaje de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos. Ésta promueve la evangelización allí donde nunca ha sido anunciado o donde las iglesias son de nueva creación y los bautizados representan una minoría. El nuevo Pontificio Consejo se crea para anunciar el Evangelio en naciones de antigua cristiandad, entre las que se encuentran las de Europa.
A mí me ha llenado de alegría, de agradecimiento y de esperanza. Porque he visto que el Papa actual ha creado una institución con vocación de permanencia y universalidad para llevar a la práctica el magisterio de Pablo VI y, muy especialmente, del venerable Juan Pablo II sobre la nueva evangelización. Algo que considero no sólo muy conveniente, sino absolutamente imprescindible y urgente, si queremos responder a lo que Dios espera de nosotros en este momento, a la vez comprometido y apasionante, en que nos encontramos.
Todos sabemos, en efecto, que la gran mayoría de europeos ha sido afectada por los fenómenos de la secularización, el relativismo y el paganismo. Esto se hace notar, de modo particularmente claro, en las nuevas generaciones. Baste pensar, por ejemplo, que son muchísimos los que se han apartado de la práctica religiosa y/o rechazan el magisterio de la Iglesia en cuestiones tan nucleares como la transmisión y defensa de la vida, el matrimonio, la familia, las relaciones extraconyugales, la justicia social, las verdades objetivas, etcétera.
El resultado final es que nos encontremos ante una realidad estremecedora: la mayor parte de los europeos y españoles están bautizados; pero son muy pocos los que están evangelizados y convertidos, y su vida práctica es claramente pagana. Si a ello añadimos que aumenta el número de quienes no reciben el Bautismo en la primera infancia y ni siquiera en la edad escolar, nuestro mapa religioso de los próximos años registrará un alto número de adultos no bautizados. Sin contar los emigrantes.
Es, pues, absolutamente necesario realizar sin dilaciones una nueva evangelización, un anuncio claro y explícito de Jesucristo: de su Persona, de su obra salvadora, de su doctrina, y pasar de una Iglesia con parámetros de ‘cristiandad’ a otra decididamente evangelizadora.
Por eso, ¿cómo no alegrarse y llenarse de esperanza y optimismo pastoral ante la creación de un Organismo que nace con el objetivo preciso de poner medios concretos para que surja un nuevo impulso evangelizador entre los pastores y fieles, y creemos nuevos métodos de acción pastoral? Me parece que las Conferencias Episcopales, los Organismos diocesanos y todas las realidades apostólicas, nuevas y antiguas, somos convocados a colaborar estrechamente y en plena comunión efectiva y afectiva con el nuevo Pontificio Consejo. El hecho de que sea el Papa el que haya oficializado la puesta en marcha de un organismo específico de evangelización para nosotros, es garantía suficiente de que el Espíritu nos inspirará y ayudará eficazmente en la nueva etapa que la Iglesia está llamada a emprender en Europa y España.
(Mons. Francisco Gil Hellín, Arzobispo de Burgos)
1 comentario:
Me alegra mucho la noticia: desde luego, lo de nueva evangelización tiene algo de redundante, puesto que el Evangelio es lo siempre nuevo... pero quizá por eso -porque lo teníamos olvidado- hace falta recordarlo.
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