El proselitismo es un deber indispensable que todos tenemos, es señal de que la vida interior está sana y de que amamos la vocación.
Proselitismo: es una obligación de todos los miembros del Opus Dei, de la que no dispenso ni a los viejos, ni a los enfermos. Todos podemos y debemos ayudar, aprovechando cualquier circunstancia en la que nos encontremos.
Cuando un hijo mío no es proselitista, yo le gritaría al oído: ¡cobarde! Y le haría notar que no sabe defender ni su vida ni la verdad; quizá porque no ama, o porque ha perdido la auténtica felicidad, apegándose a cualquier espejuelo de aquí abajo, o porque está dominado por los respetos humanos.
Hijos, tenemos obligación –¡obligación grave!– de meter en las almas esta felicidad nuestra, por el camino divino de la Obra, que es de Dios. Y caben todos: ancianos y jóvenes, sanos y enfermos, intelectuales y trabajadores; ¡todos!, ¡todos caben!
Para el proselitismo se necesita amor, amor y entrega. Es un punto que no debe faltar en nuestra charla fraterna, porque marca claramente la preocupación santa de cada uno por las cosas de Dios.
Hemos recibido un don inefable, que no podemos enterrar ni esconder. La gente está sedienta de Dios. Hay por el mundo entero almas maravillosas, generosísimas, que dedican su existencia a tonterías, porque no les ayudan a levantar la mirada los que conocen al Señor (San Josemaría, Tertulia 14/02/62).
"Mientras que Pablo los estaba aguardando (a Silas y Timoteo) en Atenas, se consumía interiormente su espíritu, considerando aquella ciudad entregada toda a la idolatría" (Hch 16,16).
Conciencia de enviado, mensajero.
Otro Sagrario. Queremos hacer exactamente todo lo contrario de lo que hicieron los mercaderes del templo, convertir en Sagrarios las calles del mundo.
Isidoro, en los últimos días de su enfermedad, cuando oía hablar de planes de proselitismo y apostolado a los demás en su habitación, cuando apenas tenía fuerzas para respirar, las gastaba en decir: hay que moverse, hay que moverse...
Con visión humana no hacemos nada. Con análisis superficiales acabamos pensando que no se puede hacer nada. No hay fracasos en la labor de apostolado. Si vemos fracasos es señal de que trabajamos buscándonos a nosotros mismos y no la gloria de Dios: en el apostolado siempre hay victorias.
El amor a Dios y a nuestra vocación, nos impulsa a acercar a muchas almas al Señor, y a no temer los sacrificios que lleva consigo esta labor.
Los obstáculos y las dificultades –mal nos iría si no las hubiera– se superan con optimismo y con sentido sobrenatural.
Dentro de pocos años... Os veo lejos, muy lejos. Como un grano de trigo dorado que echará raices profundas. Y allá lejos brotará una espiga bien repleta de granos de fecundidad prodigiosa que serán nuevas espigas. ¡Qué triga, qué trigal. Tierras frías del Norte que no conocen a mi Cristo. Tierras del Oriente lejano donde aún los ídolos triunfan. Y américa todavía desconocida. Y África. Y Oceanía! (San Josemaría, última meditacion, segunda Semana de Trabajo. Jenner, 09/40).
Es custión de fe.
Ca La Chacra. Acompañan al Padre todos los vr y los vocales sr de cr de todo el mundo. Después de una tertulia en la que el Padre habló de las vocaciones, CM le dijo: “¿Ha visto qué vibración y qué entusiasmo?”
El Padre le contestó: “No es cuestión ni de vibración ni de entusiasmo, es cuestión de convencerse de que es voluntad de Dios”.
CDF 1, n. 343. Cómo tiene que ser nuestro apostolado.
Generar inquietudes, en eso consiste el apostolado y la formacion.
Fe, con obras. Ce, Granada, el pad (15 x 365 x 2=10.950).
«Así es, en verdad: nosotros existimos para enseñar Dios a los hombres. Y únicamente donde se ve a Dios, comienza realmente la vida. Sólo cuando encontramos en Cristo al Dios vivo, conocemos lo que es la vida. No somos el producto casual y sin sentido de la evolución. Cada uno de nosotros es el fruto de un pensamiento de Dios. Cada uno de nosotros es querido, cada uno es amado, cada uno es necesario. Nada hay más hermoso que haber sido alcanzados, sorprendidos, por el Evangelio, por Cristo. Nada más bello que conocerle y comunicar a los otros la amistad con él. La tarea del pastor, del pescador de hombres, puede parecer a veces gravosa. Pero es gozosa y grande, porque en definitiva es un servicio a la alegría, a la alegría de Dios que quiere hacer su entrada en el mundo» B16, Homilia Misa inicio pontificado.
Los medios de formación: son para enseñar Dios a la gente.
El ejemplo de San Josemaría. Memoria del Beato Josemaría Escrivá, 352-354.