26.12.07

Eucaristía

Eucaristía

Cfr. Jn 6, discurso eucarístico.

Cfr. Sacramentum caritatis n. 7.

I. Jesús es enviado al mundo para salvar al mundo. “Dios envió a Jesús al mundo para que el mundo se salve por él”.

Jesús es el enviado de Dios.

Participamos de la misión de Jesús. Los discípulos de Jesús participamos de ese envío de Dios al mundo. Y esto es una consecuencia de nuestra filiación divina, que tiene mucha importancia. En Jesús no se puede separar su ser Dios, de su ser Redentor.

Nosotros estamos totalmente implicados en la misión redentora de Jesús, porque Cristo mismo nos asimila a sí. “Este pan que vosotros veis sobre el altar, santificado por la palabra de Dios es el cuerpo de Cristo. Este cáliz, mejor dicho, lo que contiene el cáliz, santificado por la palabra de Dios, es sangre de Cristo. Por medio de estas cosas quiso el Señor dejarnos su cuerpo y su sangre, que derramó para la remisión de nuestros pecados. Si lo habéis recibido dignamente, vosotros sois eso mismo que habéis recibido” (San Agustín).

“No sólo nos hemos convertido en cristianos, sino en Cristo mismo” (San Agustín).

De que tú y yo nos portemos como Dios quiere, no lo olvides, dependen muchas cosas grandes (San Josemaría).

II. Para cumplir ese designio de salvación eterna, Jesús se entrega por completo. En la Eucaristía Jesús no da “algo”, sino a sí mismo; ofrece su cuerpo y derrama su cuerpo.

La entrega de Jesús es una oblación voluntaria.

“El cumpleaños del Santo Padre me trae a la memoria la fumata bianca del 19 abril de 2005. El humo blanco de la chimenea de la Capilla Sixtina anunciaba no sólo una elección, sino también una oblación. Era señal de aceptación gustosa del peso que supone ser el Sucesor de San Pedro, cuando en el horizonte del Cardenal Joseph Ratzinger se divisaba un justo y merecido descanso, después de largos años de trabajo intenso en la viña del Señor” (Carta 16/04/07 con motivo del 80 cumpleaños del Papa).

Nosotros hemos sido elegidos por Dios y nuestro Serviam! lo actualizamos cada día, en cada momento. Todo nuestro actuar es un actuar para Dios, una entrega gustosa al cumplimiento de la voluntad de Dios. A eso llamamos unidad de vida.

Como la Virgen María, estamos plenamente disponibles a la voluntad de Dios.

III.

En la Eucaristía Jesús nos entrega su entrega. “Entrega así toda su vida, manifestando la fuente originaria de este amor divino”.

No hay comentarios: