27.12.07

Sor Isabel

Sor Isabel, monja de clausura

La Vanguardia, 28 de diciembre de 2007

Tengo 65 años. Nací en Badules (Zaragoza) y vivo desde hace 46 años en el monasterio de las Madres Dominicas de Nuestra Señora del Rosario, en Daroca. Soy monja de clausura. En el convento he sido enfermera y ahora cocinera. ¿Política? Paso. Dios es lo que respiramos.

¿Qué hace una monja de clausura?

Orar. Ese es mi oficio. Oramos ocho horas cada día.

¿Por qué lo hace?

A los quince años quise ser misionera, para ayudar. Pero, por inspiración de Dios, comprendí que la vida contemplativa y la oración beneficia a toda la humanidad.

¿A toda, toda?

A los pobres, a los enfermos, a los solitarios del mundo: por ellos oramos todos los días.

Y eso... ¿de verdad los ayuda?

¡Sí! Así lo siento en mi corazón. Con la oración llegamos a todos por lejos que estén.

¿Y hace falta esta reja?

Es el símbolo de nuestro compromiso de silencio, de nuestro propósito de oración.

¿Cómo ve el mundo tras esta reja?

El mundo ha cambiado a Dios por el dinero y el placer.

¿Cómo lo sabe?

Me basta oír lo que habla la gente que se acerca por aquí, a la misa o a contarte algo.

¿Cuántas hermanas viven aquí?

Catorce: la más veterana entró hace 61 años y la más joven lleva aquí 27 años.

¿A qué edad entró usted?

A los 19 años.

¿Nunca se ha arrepentido?

Muchas veces: ¡de no haber entrado antes!

Aparte de orar, ¿qué ha hecho aquí?

He sido portera, tornera, procuradora, como podía ser sacristana, consejera, vicaria… Y he cosido y bordado, he curado a las hermanas y ahora les cocino.

¿Ha curado?

Llevé muchos años la enfermería del monasterio. Y he aplicado muchos remedios naturales, que siempre alivian, si no curan.

¿Qué tipo de dolencias alivian?

Colesterol, insomnio, lumbalgia, corazón, memoria, contusiones, hemorroides, alopecias… ¡casi todo! Yo creo que el cuidado de la propia salud es una cuestión moral...

¿Por qué?

Si no te cuidas, al final tendrán que cuidarte los otros, ¡acabarás dándoles preocupaciones y trabajo! Pero si estás sano, podrás proporcionar felicidad a los que te rodean.

¿De dónde saca esos remedios?

De enseñanzas de mi madre en el pueblo y de libros antiguos que tenemos aquí. ¡Este

monasterio existe desde 1522!

¿Cuál es su remedio estrella?

La infusión de romero. La tomamos todas las hermanas después de cada comida. Sola

o con un poco de miel. ¡Es buenísima para reforzar la memoria!

Lo recordaré. Suponga que quiero reducir mi colesterol tras tanto empacho...

Hierva un poco de agua con 40 gramos de ápices de hipérico, 30 de crisantemo, 15 de

flores de espino blanco y 15 de hojas de melisa. Que repose quince minutos, cuélelo y beba de esta tisana varias tazas al día.

Y si padezco acidez...

Zumo de manzana y zanahoria. Infusión de melisa. Infusión de diente de león.

Suponga que me da una lumbalgia. Hierva tres patatas. Cuando estén cocidas, retírelas, macháquelas, póngalas en una bolsa de tela y aplíquesela en las lumbares.

¿Hay algo para el insomnio?

Hierva medio litro de agua con una cucharada de hojas de manzanilla y otra de tila, déjela reposar diez minutos, cuele la infusión y edulcórela con un poco de miel de abeja.

Tiene buen aspecto..., ni una arruga.

Vida sencilla y agua fresca en el rostro.

Jamás me he puesto una crema. Pero si quiere le cuento un remedio para las arrugas...

Cuente.

Bata en un cuenco dos albaricoques pelados y la pulpa de un aguacate, con una cucharadita de aceite de oliva, hasta que quede una crema. Aplíquesela en el rostro, déjesela media hora y lávese con agua muy fría. Dos veces por semana, durante un mes.

¿Algún remedio de su madre?

Recuerdo que nos abría el apetito con dos cucharaditas de vino moscatel con genciana, antes de comer.

Hermana, ¿hay algo que pueda fortalecernos frente al cáncer?

Tienen propiedades anticancerígenas frutas como el higo, el limón, la manzana o la uva, y hortalizas y verduras como la espinaca, el pimiento, el puerro, la remolacha, el tomate... Y, sobre todo, ¡siempre cebolla!

Lo que no tiene remedio es la alopecia...

Pero puede prevenir la caída del cabello: hierva durante media hora 100 ml de vinagre

y 250 g de ortigas frescas picadas. Deje que se enfríe, cuélelo y consérvelo en un

frasco de cristal en la nevera. Cada dos días, dese esa loción en el pelo tras lavárselo.

¿Para todo tiene usted un remedio?

“Dios hace brotar las plantas para el servicio del hombre”, reza el salmo 104. Él ha

puesto en la naturaleza todo cuanto necesitamos. Aquí vivió la hermana Teresita, que

murió en santidad, y ella le preguntó a una novicia: “¿A qué huele esta rosa?”. “A rosa”,

respondió la novicia. “No, huele a Él”, nos enseñó la hermana Teresita.

¿Dios está en una infusión, hermana?

Sí. Dios está en una infusión, Dios está en una cataplasma.

De todos los remedios que usted conoce, ¿cuál es el mejor?

¡Una sonrisa! Una sonrisa es más barata que la electricidad y da más luz. Una sonrisa cariñosa cura.

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