27.12.07

Curso de retiro para gente joven (II)

Meditaciones para un curso de retiro

INTRODUCTORIA.. 2

EL NACIMIENTO DE JESÚS. 4

NAZARETH.. 7

PREPARACIÓN DE LA VIDA PÚBLICA. 40 DIAS EN EL DESIERTO.. 9

LOS PRIMEROS DISCÍPULOS. 11

EL SERMÓN DE LA MONTAÑA.. 13

LA RESURRECCIÓN DE LÁZARO.. 18

LA ÚLTIMA CENA.. 20

GETSEMANI 22

LA PASIÓN Y MUERTE DE JESÚS. 24

LA RESURRECCIÓN.. 26


INTRODUCTORIA

El protagonista del crt no eres tú, es Jesús. Lo importante no es lo que le digas tú, sino lo que te diga Él. Escúchalo.

Comenzamos un Curso de retiro, que es un tiempo dedicado exclusivamente a estar con el Señor. Jesús se retiraba frecuentemente para estar a solas con los apóstoles.

Mc 6, 30-32 "Reunidos los Apóstoles con Jesús, le contaron todo lo que habían hecho y enseñado. Y les dice: Venid vosotros solos a un lugar apartado, y descansad un poco. Porque eran muchos los que iban y venían, y ni siquiera tenían tiempo para comer. Se marcharon, pues, en la barca a un lugar apartado ellos solos".

Nosotros también somos apóstoles con los que el Señor tiene muchas cosas que hablar.

Hemos venido a descubrir el amor de Dios. Dios nos quiere como un padre amoroso. Camino, 267 "Es preciso convencerse de que Dios está junto a nosotros de continuo...".

Vivimos inmersos en una cultura caracterizada por la autosuficiencia y el olvido de Dios.

Y nosotros necesitamos y podemos escuchar a Dios y hablarle. Parece difícil conocer a Dios, pero tenemos a Cristo, que es su Hijo, que vino a la tierra para salvarnos y revelarnos a Dios. "Nadie ve al Padre si no es por Mi" (Jn 14, 6).

Importancia de la oración. "Dejaos modelar por el Espíritu Santo. Haced la experiencia de la oración, dejando que el Espíritu hable a vuestro corazón. Orar significa dedicar un poco de tiempo a Cristo, confiarse en Él, permanecer en silenciosa escucha de su palabra y hacerla resonar en el corazón" (Juan Pablo II, Discurso JMJ, 15.VIII.2000).

Hay momentos en la vida en que es necesario pararse; épocas en las que hay un nuevo despertar, en las que surgen -con la fuerza de la primera vez- pasiones e iniciativas, afanes nobles, ilusiones, proyectos... que necesitan un cauce; periodos en los que las necesidades espirituales se agudizan y se mira la vida cara a Dios, y uno se plantea las grandes cuestiones de todos los tiempos: ¿de dónde venga?, ¿a dónde voy?

El prólogo de Forja.

En un Curso de retiro lo más importante es oír a Jesús. Por eso es tan necesario el silencio: para escuchar hay que callar.

Hemos venido a conocer a Jesús. Si no lo conocemos no podemos quererlo.

"Porque no se trata sólo de pensar en Jesús, de representarnos aquellas escenas. Hemos de meternos de lleno en ellas. Ser actores. Seguir a Cristo tan de cerca como Santa María, su madre; como los primeros doce, como las santas mujeres, como aquellas muchedumbres que se agolpaban a su alrededor" (Cristo presente en los cristianos).

Jesús nos hablará. Y se servirá de nuestras potencias -inteligencia y voluntad, chispazos de la inteligencia y voluntad divinas-:

- La imaginación.

- Algo que golpea tu conciencia.

- Buenos deseos.

- Una idea sugerente que te llama la atención.

- Leyendo el Evangelio, que es Palabra de Dios.

No estamos aquí por casualidad. Dios nos ha traído y quiere hablarnos. "Tu alma es una joya y Dios quiere trabajarla".

Un Curso de retiro es una ocasión única para llenarse de optimismo y esperanza: Dios me dará luces y me va a ayudar a que de ahora en adelante mi vida cambie. Dios me va a ayudar a descubrir de nuevo el sentido de mi vida. Soy cristiano, pero, ¿soy el cristiano que desea Cristo?

En los días de retiro hay que luchar contra la superficialidad y la frivolidad. El Señor pasa muy cerca de nosotros. Aprovecha los "tiempos libres": son los momentos ideales para que tú hables personalmente con Jesús, y, sobre todo, lo oigas.

Le recibiremos en la Comunión cada día. Ten la ilusión de prepararte como nunca: con el alma limpia por, ataviada con el "vestido de bodas" del que habla el Evangelio, bien preparada.

Las claves del éxito de un crt.

María consideraba todas las cosas en su corazón. Oyó la voz de Dios porque estaba recogida en oración. Nosotros también la oiremos.


EL NACIMIENTO DE JESÚS

Para querer a Jesús, tenemos que conocerlo. Veamos lo que nos cuenta el Evangelio sobre la llegada de Jesús a esta tierra.

Lc 2, 1-20. "En aquellos días se promulgó un edicto de César Augusto, para que se empadronase todo el mundo. Este primer empadronamiento fue hecho cuando Quirino era gobernador de Siria. Todos iban a inscribirse, cada uno a su ciudad. José, como era de la casa y familia de David, subió desde Nazareth, ciudad de Galilea, a la ciudad de David llamada Belén, en Judea, para empadronarse con María, su esposa, que estaba encinta. Y sucedió que, estando allí, le llegó la hora del parto, y dio a luz a su hijo primogénito; lo envolvió en pañales y lo recostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el aposento.

Había unos pastores por aquellos contornos, que dormían al raso y vigilaban por turno su rebaño durante la noche. De improviso un ángel del Señor se les presentó, y la gloria del Señor los rodeó de luz y se llenaron de un gran temor. El ángel les dijo: No temáis, pues vengo a anunciaros una gran alegría, que lo será para todo el pueblo: hoy os ha nacido, en la ciudad de David, el Salvador, que es el Cristo, el Señor; y esto os servirá de señal: encontraréis a un niño envuelto en pañales y reclinado en un pesebre. De pronto apareció junto al ángel una muchedumbre de la milicia celestial, que alababa a Dios diciendo: Gloria a Dios en las alturas y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad. Luego que los ángeles se apartaron de ellos hacia el cielo, los pastores se decían unos a otros: Vayamos hasta Belén, y veamos este hecho que acaba de suceder y que el Señor nos ha manifestado. Y vinieron presurosos, y encontraron a María y a José y al niño reclinado en el pesebre. Al verlo, reconocieron las cosas que les habían sido anunciadas acerca de este niño. Y todos los que escucharon se maravillaron de cuanto los pastores les habían dicho. María guardaba todas estas cosas ponderándolas en su corazón. Y los pastores regresaron, glorificando y alabando a Dios por todo lo que habían oído y visto, según les fue dicho".

San Lucas tuvo un gran interés en situar el acontecimientos más importarte de la historia de la humanidad en un lugar preciso: Belén de Judá, y en un momento muy concreto: en tiempos de Cesar Augusto (30-14 d. C.). Concretamente, nos dice que Jesús nació "en los días en que se promulgó un edicto del Emperador Cesar Augusto para que se empadronase todo el mundo".

El emperador manda hacer un censo. La finalidad del censo era conocer cuántos habitantes había en cada ciudad y cobrar impuestos.

Dios se sirvió de este decreto del Emperador para que María y José se pusieran en camino y se cumpliera la Escritura: "el Mesías nacería en Belén".

La Virgen comenzaría a entender algo más las Escrituras, concretamente la profecía de Miqueas: "Y tú, Belén, tierra de Judá, de ninguna manera eres la menor entre las tribus de Judá, pues de ti saldrá un caudillo que apacentará a mi pueblo, Israel" (Mq 5, 3).

Herodes se entera del nacimiento de Jesús. Se inquieta. Con la llegada de los magos aumenta su nerviosismo. Consulta a los entendidos en leyes. Y obtiene una respuesta bien precisa: "nacerá en Belén".

Belén significa casa del pan. Está a unos 150 km de Nazareth, y a 7 km de Jerusalén. Es un pequeño pueblo en el desierto fortificado con muros y torres porque era un lugar estratégico. Era la más pequeña de las ciudades de Israel. Es la patria de David, el Rey del que debía descender el Mesías. La Virgen María sabía que el Mesías es "Hijo de David". "Hijo de David" era un apelativo popular de Jesús. Cuando Bartimeo grita pidiendo su curación se dirige a Jesús llamándole "Hijo de David".

"Llegan a Jericó. Y al salir él de Jericó con sus discípulos y una gran multitud, el hijo de Timeo, Bartimeo, ciego, estaba sentado junto al camino pidiendo limosna. Y al oír que era Jesús Nazareno, comenzó a gritar y a decir: Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí" (Mc 10, 46-47).

José y María comienzan el viaje hasta Belén. Desde Nazareth hasta Belén tardarían 4 ó 5 días, probablemente en burro. Llevarían lo imprescindible. Al pasar por Jerusalén se detendrían en el templo. ¿Cómo sería la oración de María en el Templo de Jerusalén?

Llegaron muy cansados. El viaje no debió ser fácil. No hubo lugar para ellos en la posada, ni en ninguna otra casa del pueblo. José llamó a muchas puertas. Siempre la misma historia: contando que venía de lejos, con María, su esposa joven, a punto de dar a luz... Y siempre la misma respuesta: no hay sitio. Quizás María propuso irse a un establo e instalarse allí.

"Y sucedió que, estando allí, le llegó la hora del parto, y dio a luz a su hijo primogénito; lo envolvió en pañales y lo recostó en un pesebre" (Lc 2, 6-7). Con esta sencillez se relata el acontecimiento más importante de la historia de la humanidad: la llegada de Dios al mundo. Al nacimiento del hijo de un Rey, o al nacimiento de los hijos de personajes famosos, ¿cuántas páginas se dedican en periódicos y revistas?

El Ángel anuncia a los pastores la noticia: "El Mesías os ha nacido hoy. Lo encontraréis envuelto en pañales y reclinado en un pesebre".

Jesús ha querido entrar en el mundo pobre: "envuelto en pañales".

Dios, que dispone que el sol caliente la tierra, necesita del aliento de unas bestias -un buey y una mula- para recibir un poco de calor. La noche era muy fría. Todo el mundo se calentaba en el fuego de su casa. La Sagrada Familia no podía encender una mala brasa.

Los establos son lugares para las bestias. Allí nació Jesús, el Todopoderoso, el Hijo del Altísimo, el Rey de reyes.

¡Con qué poco se conforma Jesús!

María, José y Jesús estaban solos. Pero Dios buscó para acompañar a la Sagrada Familia a unos pastores sencillos y humildes, que no se escandalizaron al encontrar al Mesías en un pesebre, envuelto en pañales.

Los pastores de Palestina tenían muy poca formación. No eran admitidos como testigos para declarar en los juicios, por su escasa fiabilidad. Tampoco eran fervientes cumplidores de la Ley de Moisés. No se caracterizaban por su religiosidad.

"El pueblo que caminaba en tinieblas vio una gran luz. La gloria del Señor les envolvió de claridad. No temáis pues vengo a anunciaros una gran alegría que lo será para todo el pueblo: hoy en la ciudad de David, os ha nacido el Salvador, que es el Cristo, el Señor" (Isaías).

El Ángel da una señal a los pastores: "encontraréis un niño envuelto en pañales" (Lc 2, 8-20).

Los pastores "vinieron presurosos", con prisa. Tenían la prisa de la alegría.

Llevarían un regalo. En el ambiente oriental de entonces era impensable presentarse a conocer a alguien sin llevar un regalo.

Es lo que vemos cada Navidad en las escenas de los belenes, y cantamos en los villancicos.

Los pastores regresan a Belén y cuentan a la gente lo que han visto y oído... "y todos se maravillaron".

Belén continuó su vida normal.

¿Qué nos dice la entrada de Dios en el mundo, de esta manera?

Piensa que Jesús te pregunta, "¿a qué te compromete mi nacimiento?; ¿qué significa para ti la virtud de la pobreza?". ¿De qué me quejaré cuando me falte alguna cosa que considero imprescindible? ¿Qué podemos aprender de la actitud de los pastores? ¿Cómo los podríamos imitar?

Los que piensan siempre en sí mismos no encontrarán jamás a Jesús.

"Todos tenemos que buscar a Jesús. Muchas veces tenemos que buscarlo porque todavía no lo conocemos. Otras, porque lo hemos perdido. A veces se le busca para conocerlo mejor, para quererlo más y hacerlo querer. Se puede decir que toda la historia humana y toda la vida del hombre es una gran búsqueda de Dios. A veces puede ser obstaculizada por dificultades intelectuales o motivos existenciales al ver tanto dolor y tanto mal a nuestro alrededor, y también por problemas morales, al tener que cambiar nuestra mentalidad y nuestra manera de vivir. No nos tenemos que dejar paralizar por las dificultades, sino que, como los pastores de Belén, hemos de ir con valentía y buscarlo. Todos los hombres tienen el derecho y la libertad de buscar a Jesús" (Juan Pablo II, Alocución del 27.XII.1978).

Acerquémonos al establo de Belén a mirar a Jesús, con José y María.


NAZARETH

Belén. Egipto. Nazareth. 2 años. Regreso. Acondicionar la casa. Estaría en mal estado. Reorganizar el taller. Buscar encargos, clientes...

Aquellos muros habían sido testigos del cariño de una familia normal y corriente. Los días pasaban aparentemente iguales. Un hogar pobre, pero agradable, con gusto.

La vida oculta de Jesús transcurre en Nazareth. Allí se educó. Era su patria. (Mc 6, 1; Mt 3, 54). Aquí se relaciona con tiempo, con su tiempo, con su raza.

Imagínate a Jesús en su ambiente, con María y José.

No hace nada espectacular. Ni en la escuela, ni en la sinagoga. (Los evangelios apócrifos cuentan historias de pájaros de barro que vuelan, un manantial cerca de casa para no tener que ir a por agua al rió o al pozo...).

Sus paisanos se extrañan cuando comienza la vida pública. Normalidad.

San Lucas, después del incidente del templo, nos cuenta que bajó con ellos, vino a Nazareth y les estaba sujeto.

Jesús se somete a dos criaturas. Son criaturas perfectísimas, pero criaturas. Les obedece.

"Pertransiit benefaciendo. ¿Qué hizo Jesucristo para derramar tanto bien, y sólo bien, por donde quiera que pasó? Los Santos Evangelios nos han transmitido otra biografía de Jesús, resumida en tres palabras latinas, que nos da la respuesta: erat subditus illis, obedecía. Hoy que el ambiente está colmado de desobediencia, de murmuración, de desunión, hemos de estimar especialmente la obediencia" (Es Cristo que pasa, 17).

Obediencia verdadera de Jesús: delicada, inteligente, amorosa.

En Nazareth había un hogar, una familia. No vivían María, Jesús, con "alguien" llamado José.

"Jesús crecía en sabiduría, en edad, y en gracia delante de Dios y de los hombres". Este es el resumen que hace San Lucas de la vida de Jesús en Nazareth.

Los actos de Jesús son humanos, genuinamente humanos. Jesús preguntaría lo que ignoraba. (En la vida pública pregunta, ¿cómo te llamas?, ¿cuántos panes tenéis?...)

La divinidad de Jesús no era un mecanismo para no esforzarse.

Jesús adquiría conocimientos como uno más: en la sinagoga, en la escuela, en el taller, con sus vecinos. Adquiría la experiencia de la vida que da el paso de los años.

Jesús aprendía. Utilizó sus sentidos: la memoria, la inteligencia humana... Hablaba arameo -su lengua materna-, sabía hebreo (Mc 12, 29-30; Mt 27, 46).

José, María y José constituían una familia real. No sabemos cuanto tiempo vivió San José, pero sí sabemos que enseñó a Jesús a trabajar. Trabajaron juntos todos los días.

"Es el hijo de José, el carpintero".

"Pero si José ha aprendido de Jesús a vivir de un modo divino, me atrevería a decir que, en lo humano, ha enseñado muchas cosas al Hijo de Dios. Hay algo que no me acaba de gustar en el título de padre putativo, con el que a veces se designa a José, porque tiene el peligro de hacer pensar que las relaciones entre José y Jesús eran frías y exteriores. Ciertamente nuestra fe nos dice que no era padre según la carne, pero no es ésa la única paternidad.

A José —leemos en un sermón de San Agustín— no sólo se le debe el nombre de padre, sino que se le debe más que a otro alguno. Y luego añade: ¿cómo era padre? Tanto más profundamente padre, cuanta más casta fue su paternidad. Algunos pensaban que era padre de Nuestro Señor Jesucristo, de la misma forma que son padres los demás, que engendran según la carne, y no sólo reciben a sus hijos como fruto de su afecto espiritual. Por eso dice San Lucas: se pensaba que era padre de Jesús. ¿Por qué dice sólo se pensaba? Porque el pensamiento y el juicio humanos se refieren a lo que suele suceder entre los hombres. Y el Señor no nació del germen de José. Sin embargo, a la piedad y a la caridad de José, le nació un hijo de la Virgen María, que era Hijo de Dios" (Es Cristo que pasa, 55).

¿Qué hacía Jesús a mi edad? ¿Qué ilusiones tenía? Formarse y trabajar bien.

Un mal estudiante no puede ser un buen cristiano. El estudio se puede ofrecer a Dios y se convierte en oración y en apostolado. El estudio es oración. Surco 522. El estudio es apostolado. Surco 525 y 523. ¿En qué pensaba Jesús cuando sudaba en el taller de Nazareth?

La Pascua de los 12 años.

Los judíos piadosos tenían como costumbre ir al templo de Jerusalén en las fiestas principales: Pascua, Pentecostés y los Tabernáculos. Era un modo de salir de la rutina del pueblo. Se trataba de peregrinaciones religiosas-festivas. Una semana entera.

Iban al templo con un cordero para inmolarlo.

"Todos los años sus padres iban a Jerusalén por la fiesta de la Pascua".

Nazareth estaba a 140 km.

El salmo 121 se entonaba al ver los muros de Jerusalén.

En un ambiente sencillo, simple, normal, Dios está redimiendo a los hombres.


PREPARACIÓN DE LA VIDA PÚBLICA. 40 DIAS EN EL DESIERTO

Después de ser bautizado, el Espíritu Santo lo impulsó al desierto de Judea. Dice San Mateo que "moraba con las fieras", para señalar la soledad de Jesús. Y nos cuenta San Mateo que "allí fue Jesús para ser tentado por el diablo".

Jesús se retira en los meses más fríos y lluviosos del año -enero y febrero-, porque después vino la pascua. San Lucas dice que "Jesús no comió nada".

Durante cuarenta días Jesús se prepara para proclamar su doctrina.

Inesperadamente, aparece el diablo. Se acerca a Jesús de modo insidioso, probablemente con forma humana.

Jesús quiso someterse a las tres tentaciones que ordinariamente causan más estragos entre los hombres: la falta de templanza, la soberbia y la avaricia.

Jesús se sometió a las tentaciones para darnos ejemplo de fortaleza (Heb 2, 18; 4, 15).

Cristo, que es impecable, tuvo la experiencia de la tentación. Soportó la presión del demonio.

Templanza.

Después de un largo ayuno, Jesús tiene hambre. El demonio le pide que use su poder en provecho propio. "Dí que estas piedras se conviertan en pan". Se cumple así lo que profetizó la escritura (Dt 8, 3).

Soberbia.

El demonio "lo llevó a la ciudad santa". Jesús fue voluntariamente. Probablemente el Señor tuvo una representación imaginativa, sin que acompañara físicamente al diablo. En Jerusalén, subió al pináculo del templo, la parte más alta -medía unos 180 metros, y desde allí martirizaron a Santiago el Menor-.

Lánzate y que tus ángeles te recojan.

Avaricia.

Lo llevó a un monte. Le mostró todas las riquezas y la gloria humana, las maravillas de los reinados de la tierra. Para conseguirlos el demonio le pide que se postre y lo adore. Le enseña a Jesús un camino fácil de conseguir todo eso.

Salmo 90.

El Antiguo Testamento enseña que los medios por los que el Mesías conquistaría el mundo son la humildad y los sufrimientos de la Pasión.

Jesús busca la gloria de Dios antes que su propia gloria. Estaba desprendido de las riquezas humanas.

"Apártate, Satanás, pues escrito está: al Señor tu Dios adorarás y a Él sólo darás culto".

En nuestra vida se reproduce con mucha frecuencia este episodio de la vida de Jesús. Estamos sometidos a las tentaciones del demonio. Nos tienta igual que tentó a Adán y a Eva en el Paraíso, que tuvieron una actitud orgullosa, de rebeldía.

El itinerario de la tentación.

Diálogo. "Y dijo la serpiente a la mujer...".

Ataque directo. "Qué tonta eres, creerte que no se puede comer una manzana...". La convence para que se rebele.

Soledad. Desconsuelo. Vergüenza.

Discurso Juan Pablo II en Vancouver.

El pecado rompe. Concurso literario en Usa. La Molina 2003.

Los obstáculos que nos apartan del fin son el pecado y la tibieza.

Para tibieza, med 3 de ID.

Explicar la diferencia entre sentir y consentir, ver y mirar, oír y escuchar.

Camino 931.

"Te basta mi gracia", escuchó San Pablo en momentos de tribulación.

Horror al pecado y al pecado venial deliberado.

Afán de santidad, de virtudes.


LOS PRIMEROS DISCÍPULOS

Hasta ahora hemos contemplado a Jesús solo. Ahora lo miramos al comienzo su vida pública. Necesita gente que le ayude en su misión, y por eso se rodea de los primeros discípulos, que serán el fundamento de la Iglesia.

Entretenerse en la escena de Jn 1, 35. Juan el Bautista -primo de Jesús-, "he aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo".

Llama a Jesús "cordero", haciendo referencia al sacrificio redentor de Cristo.

El "cordero pascual". La sangre era derramada en el Altar de los holocaustos, en conmemoración de la noche en que los judíos fueron liberados de la esclavitud de Egipto.

Isaías 53, 7 compara los sufrimientos del Siervo de Yahvé con los sufrimientos de un cordero que llevan al matadero.

Un día después, estaba allí de nuevo Juan con dos de sus discípulos, y fijándose en Jesús que pasaba, volvió a decir "he aquí el Cordero de Dios", y puso a dos de sus discípulos en contacto con el Mesías. Eran Andrés -hermano de Pedro- y Juan -el que narra los hechos-.

Palabras de Juan el Bautista, "He aquí el Cordero de Dios...".

Respuesta de los discípulos, "al oírle hablar así, siguieron a Jesús".

Buscaban la verdad. No dudan. Se fían del Bautista.

"Maestro, ¿dónde vives? Venid y veréis".

La llamada del Señor, el ser recibido en el círculo de sus íntimos es la mayor gracia que se puede recibir en este mundo.

Vivir cerca de Jesús es romper con la frivolidad, la tibieza el egoísmo. No es compatible.

"Era alrededor de la hora décima".

Contraste con Mt 19, 16-22. El joven rico. La resistencia a la gracia.

Salomé, la madre de Juan siguió también a Jesús como discípula "sirviéndole con sus bienes en Galilea y Jerusalén" y acompañándole hasta el Calvario (Mc 15, 40-41).

Andrés buscó a Simón y le dijo "hemos encontrado al Mesías, al que todo el mundo esperaba. Y lo llevó a Jesús".

La fe se comunica. Andrés comienza por el más próximo, su hermano.

Describir el encuentro de Simón con Jesús.

La mirada de Jesús.

"Mirándolo, Jesús le dijo: Tú eres Simón, el Hijo de Juan, tú te llamarás Cefas".

Señor, me has mirado a los ojos, sonriendo has dicho mi nombre.

No pasaba desapercibida la mirada, el gesto, de Jesús con la gente, cuando aparece tantas veces en el Evangelio.

Con la mirada invita a Mateo a dejarlo todo y a seguirle.

Se llena de amor con el joven rico.

Siente ira y tristeza viendo la incredulidad de los fariseos.

Se compadece ante el hijo de la viuda de Naím.

Remueve el corazón de Zaqueo y lo convierte.

Se enternece ante la viuda del óbolo.

Mira compadecido a la adúltera.

Mira a Pedro después de la traición.

Jesús se impone a Pedro. Le cambia en nombre.

Al día siguiente, en la ribera del Jordán, Jesús se encuentra a Felipe, y le dijo "sígueme".

Jesús no es un maestro como los que había entonces. Él llama a los que quiere. Enseña como quien tiene potestad, y no como los escribas. Les da una misión: ser pescadores de hombres.

Algo insólito entre las personas que siguen a Jesús: había mujeres.

Felipe buscó a Natanael, un tipo difícil. Es el que hace la primera confesión pública, explícita de fe en Jesús como Mesías y como Hijo de Dios. "Rabí, Tú eres el Hijo de Dios, Tú eres el Rey de Israel".

Papa. No tengáis miedo. Abrid...

Somos la generación de Juan Pablo II.

Meter alguna meditación sobre vocación.


EL SERMÓN DE LA MONTAÑA

Mt 5, 3-12; Lc 6, 20-26[1].

Jesús ha comenzado a predicar el Evangelio. Su doctrina se ha ido difundiendo y ya tiene mucha fama. Los fariseos están inquietos por lo que han oído de Cristo: que puede perdonar los pecados, que Él es mayor que el Templo, que es señor del sábado... Además, ha hecho milagros. Su doctrina y su personalidad hacían de Él un personaje auténtico.

Mucha gente comienza seguir a Jesús desde todos los lugares. "La muchedumbre le apretujaba y quería tocarle, porque salía de Él una virtud que sanaba a todos". Ejemplo de la hemorroisa.

Han pasado unos pocos días desde la elección de los 12 apóstoles y Jesús quiere hacer un resumen de su doctrina y de las condiciones que deben tener los discípulos. Nos encontramos en el segundo año de la vida pública de Jesús.

El sermón de la montaña es el resumen de toda la predicación de Cristo.

Las bienaventuranzas constituyen el prólogo del Sermón de la Montaña, de importancia capital en el Evangelio. Una multitud inmensa, venida no sólo de las aldeas de Galilea, sino de las provincias limítrofes, rodeó a Jesús en una meseta situada en la cadena de colinas que dominaba el lago de Genesaret. Entonces el Señor subió a una ladera y, sentándose, les adoctrinó. Pero su doctrina no fue una mera enseñanza de la moral superior, sino que las Bienaventuranzas anuncian la irrupción de una realidad sagrada. (G. Chevrot, Las Bienaventuranzas, Patmos, 5 Ed.1970).

"Las bienaventuranzas están en el centro de la predicación de Jesús. Con ellas Jesús recoge las promesas hechas al pueblo elegido desde Abraham; pero las perfecciona ordenándolas no sólo a la posesión de una tierra, sino al Reino de los cielos:

Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los cielos.

Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán en herencia la tierra.

Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados.

Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados.

Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.

Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.

Bienaventurados los que buscan la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios.

Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los cielos.

Bienaventurados seréis cuando os injurien, os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa.

Alegraos y regocijaos porque vuestra recompensa será grande en los cielos (Mt 5,3-12)" (CEC 1716).

Jesús se presenta como el nuevo legislador, el nuevo Moisés.

"Al ver Jesús a las multitudes, subió al monte, se sentó y se le acercaron los discípulos y abriendo su boca les enseñaba".

Las bienaventuranzas son la esencia de la predicación de Cristo. Son las palabras más auténticas que jamás se han pronunciado sobre la felicidad del hombre.

¿Quién es el verdadero discípulo de Cristo, el verdadero cristiano? El que refleja la imagen de Jesús.

Bienaventurado significa feliz. Y la felicidad tiene su fuente en Dios.

Jesús nos dice que para entrar en el Reino de los Cielos es necesario tener un nuevo estilo de vida, una nueva vida, una manera de comportarnos distinta de las de los fariseos.

"La Ley evangélica ‘da cumplimiento’ (cf Mt 5, 17-19), purifica, supera, y lleva a su perfección la Ley antigua. En las ‘Bienaventuranzas’ da cumplimiento a las promesas divinas elevándolas y ordenándolas al ‘Reino de los cielos’. Se dirige a los que están dispuestos a acoger con fe esta esperanza nueva: los pobres, los humildes, los afligidos, los limpios de corazón, los perseguidos a causa de Cristo, trazando así los caminos sorprendentes del Reino" (CEC 1967).

Bienaventurados los pobres de espíritu porque de ellos es el Reino de los Cielos.

Para seguir a Cristo hay que tener el alma libre de todo apegamiento terreno. Jesús promete a cambio un gran gozo.

El tesoro es Dios, lo demás son instrumentos, medios, que nos acercan a Dios o nos separan de Él.

Cristo no vino al mundo con un proyecto político para acabar con la miseria del mundo. Jesús tuvo amigos ricos: los de Betania, Simón el fariseo, Nicodemo, José de Arimatea, Ana la mujer de Cusa...

Bienaventurados los que lloran porque serán consolados.

La fe cristiana convierte en un bien lo que para mucha gente es un mal irremediable: el sufrimiento, la muerte.

Bienaventurados los mansos, porque heredarán la tierra.

La mansedumbre es la humildad. Jesús nos muestra su mansedumbre explicando las Escrituras sin cansarse una y otra vez a los discípulos. Nunca se impacienta.

Los mansos no son los blandos ni los amorfos, los que no tienen una personalidad recia. Los mansos son los más fuertes, los que saben dominarse, los que tienen un ánimo sereno y firme.

Poseerán la tierra porque se poseerán a sí mismos -autodominio- y no serán presa fácil de los nervios ni esclavos de su mal carácter.

Poseerán a Dios porque su alma está dispuesta para la oración.

Poseerán a los demás porque un corazón así es el que se gana la amistad y el cariño de la gente.

Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia porque ellos serán saciados.

Hambre y sed de justicia es hambre y sed de Dios, de santidad.

El justo es el que cumple la voluntad de Dios.

Bienaventurados los misericordiosos porque alcanzarán misericordia.

"Siento profunda compasión por la muchedumbre porque no tienen que comer y andan como ovejas sin pastor".

Cristo ha venido a salvar lo que estaba perdido. Carga con las miserias de todos. Cada página del Evangelio es un compendio de la misericordia divina.

La condición para tener misericordia es tener un corazón grande. Parábola del buen samaritano. Muchos pasan de largo. Uno se detiene.

Las críticas.

Bienaventurados los limpios de corazón porque ellos verán a Dios.

La bondad o maldad de lo que hacemos está en el corazón. "Hipócritas, bien profetizó de vosotros Isaías cuando dijo: este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mi".

Natanael, sin doblez ni engaño.

Premio a la virtud de la pureza: la visión de Dios.

Bienaventurados los pacíficos porque ellos serán llamados hijos de Dios.

La paz era un bien anhelado por Israel. Se le prometió este don a Israel como recompensa por su fidelidad.

La paz llega al mundo con el nacimiento de Cristo: "Gloria a Dios en las alturas y paz a los hombres de buena voluntad".

Jesús es el Príncipe de la paz (Is 9, 6). Trae un mensaje de paz y de alegría.

"Paz a vosotros". La presencia de Cristo entre los discípulos era fuente de paz: "Soy yo, no temáis".

Bienaventurados los que traen la paz, los que saben unir, los que no traen odio.

Bienaventurados los que padecen persecución por la justicia porque de ellos es el Reino de los Cielos.

Bienaventurados los que padecen persecución por ser fieles al Señor y lo llevan con paciencia y alegría.

El cristiano fiel a Jesús puede ser un mártir. A veces las incomprensiones pueden venir de la propia familia.

Firmeza en la vocación cristiana.

"Hemos visto su estrella en Oriente y venimos a adorarle. Al oír esto, el Rey Herodes se turbó y, con él, toda Jerusalén. Todavía hoy se repite esta escena. Ante la grandeza de Dios, ante la decisión, seriamente humana y profundamente cristiana, de vivir de modo coherente con la propia fe, no faltan personas que se extrañan, y aun se escandalizan, desconcertadas. Se diría que no conciben otra realidad que la que cabe en sus limitados horizontes terrenos. Ante los hechos de generosidad, que perciben en la conducta de otros que han oído la llamada del Señor, sonríen con displicencia, se asustan o —en casos que parecen verdaderamente patológicos— concentran todo su esfuerzo en impedir la santa determinación que una conciencia ha tomado con la más plena libertad.

Yo he presenciado, en ocasiones, lo que podría calificarse como una movilización general, contra quienes habían decidido dedicar toda su vida al servicio de Dios y de los demás hombres. Hay algunos, que están persuadidos de que el Señor no puede escoger a quien quiera sin pedirles permiso a ellos, para elegir a otros; y de que el hombre no es capaz de tener la más plena libertad, para responder que sí al Amor o para rechazarlo. La vida sobrenatural de cada alma es algo secundario, para los que discurren de esa manera; piensan que merece prestársele atención, pero sólo después que estén satisfechas las pequeñas comodidades y los egoísmos humanos. Si así fuera, ¿qué quedaría del cristianismo? Las palabras de Jesús, amorosas y a la vez exigentes, ¿son sólo para oírlas, o para oírlas y ponerlas en práctica? El dijo: sed perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto", (San Josemaría, En la Epifanía del Señor).

Jesús como signo de contradicción (Lc 12, 49).

"Fuego he venido a traer a la tierra, y ¿qué quiero sino que arda? Tengo que ser bautizado con un bautismo, y ¡cómo me siento urgido hasta que se lleve a cabo! ¿Pensáis que he venido a traer paz a la tierra? No, os digo, sino división. Pues desde ahora, habrá cinco en una casa divididos: tres contra dos y dos contra tres. Se dividirán el padre contra el hijo y el hijo contra el padre, la madre contra la hija y la hija contra la madre, la suegra contra la nuera y la nuera contra la suegra".

El que sea fiel, se salvará (Mc 13, 9).

"Vosotros estad alerta: os entregarán a los tribunales, y seréis azotados en las sinagogas, y compareceréis por causa mía ante los gobernadores y reyes, para que deis testimonio ante ellos. Pero es necesario que antes sea predicado el Evangelio a todos los pueblos. Y cuando os conduzcan para entregaros, no os preocupéis por lo que habéis de decir, sino decid lo que se os comunique en aquella hora, pues no sois vosotros los que habláis, sino el Espíritu Santo. Entonces el hermano entregará a la muerte al hermano, y el padre al hijo, y se levantarán los hijos contra los padres y los harán morir. Y seréis odiados por todos a causa de mi nombre. Pero el que persevere hasta el fin, ése se salvará".

Mientras Jesús pronunciaba el sermón de la montaña, probablemente estaría viendo cómo a lo largo de los siglos se ha pretendido destruir la fe.

Bienaventurados seréis cuando os injurien, os persigan y os calumnien de cualquier modo por mi causa. Alegraos y regocijaos porque vuestra recompensa será grande en el Cielo. De la misma manera persiguieron a los profetas que os predicaron.

Se tiene que notar que somos cristianos. Dar la cara. Jesús nos ha prometido la felicidad, no nos ha prometido una vida cómoda.

Bienaventuranzas desde la Torre, T. Moro.


LA RESURRECCIÓN DE LÁZARO

Jn 11, 28-44.

Marzo del año 30. Ha pasado ya la fiesta de la Dedicación. Betania está a 3 km de Jerusalén. Allí vive una familia a la que Jesús tiene especial afecto: Marta, María y Lázaro (Eleazar, "Dios ha socorrido").

María es la que ungió al Señor con perfume y secó los pies con sus cabellos.

"Jesús amaba a Marta, a su hermana y a Lázaro". Y Lázaro cayó gravemente enfermo.

Sabían por donde andaba Jesús y le mandaron un aviso: Lázaro ha muerto. "Señor, mira, aquel a quien amas, está enfermo".

Respuesta de Jesús desconcertante: "Esta enfermedad no es de muerte, sino para gloria de Dios, a fin de que por ella sea glorificado el Hijo de Dios".

Jesús estaba en Perea. Atraviesa el Jordán y camina hacia Judea, donde lo buscaba para matarlo.

"Lázaro, nuestro amigo, está dormido, pero voy a despertarle".

- "Si duerme, sanará", le dicen los discípulos.

- "Lázaro ha muerto -señala Jesús expresamente- y me alegro por vosotros de no haber estado allí, para que creáis, pero vayamos a donde él está".

- "Vayamos también nosotros y muramos con Él", responde Tomás.

Un día de camino hasta Betania. Lázaro llevaba 4 días sepultado.

Cuando está para llegar Marta le dice "Señor, si hubieras estado aquí no habría muerto mi hermano".

La respuesta de Jesús: "Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en Mí, aunque hubiera muerto, vivirá, y todo el que vive y cree en Mí, no morirá para siempre".

Plática "La muerte".

CEC 1021. “La muerte pone fin a la vida del hombre como tiempo abierto a la aceptación o rechazo de la gracia divina manifestada en Cristo (cf. 2 Tm 1, 9-10). El Nuevo Testamento habla del juicio principalmente en la perspectiva del encuentro final con Cristo en su segunda venida; pero también asegura reiteradamente la existencia de la retribución inmediata después de la muerte de cada uno con consecuencia de sus obras y de su fe. La parábola del pobre Lázaro (cf. Lc 16, 22) y la palabra de Cristo en la Cruz al buen ladrón (cf. Lc 23, 43), así como otros textos del Nuevo Testamento (cf. 2 Co 5,8; Flp 1, 23; Hb 9, 27; 12, 23) hablan de un último destino del alma (cf. Mt 16, 26) que puede ser diferente para unos y para otros”.

CEC 1022. “Cada hombre, después de morir, recibe en su alma inmortal su retribución eterna en un juicio particular que refiere su vida a Cristo, bien a través de una purificación (cf. Cc de Lyon: DS 857-858; Cc de Florencia: DS 1304-1306; Cc de Trento: DS 1820), bien para entrar inmediatamente en la bienaventuranza del cielo (cf. Benedicto XII: DS 1000-1001; Juan XXII: DS 990), bien para condenarse inmediatamente para siempre (cf. Benedicto XII: DS 1002).

En la tarde te examinarán en el amor (San Juan de la Cruz, dichos 64).

Artículo "Las cosas importantes".

Manglano, noviembre, días 3 y 16.

Marta y María ante la muerte de Lázaro, de E. Casas.


LA ÚLTIMA CENA

Jn 13, 3; Juan Pablo II, Mane nobiscum Domine; Mons. Javier Echevarría, Carta Pastoral con motivo del Año de la Eucaristía.

Nos situamos en la última noche de la vida terrena de Jesús. Llega la Fiesta de la Pascua, también llamada de los Ázimos porque durante esa semana sólo se podía comer pan sin levadura.

La Fiesta de la Pascua duraba desde el 14 de nisán hasta el 22.

El cabeza de familia iba al templo con un cordero para inmolarlo. Después lo llevaban a casa, lo desollaban y lo asaban.

El banquete festivo se celebraba en el contexto de una fiesta familiar. Se entonaban los Salmos 113 a 118.

Juan y Pedro prepararon lo necesario con las indicaciones que les dio el Señor: comprar el cordero, llevarlo al templo para ofrecerlo y derramar su sangre al pié del Altar de los Holocaustos, asarlo...

Probablemente celebraron la cena en la casa de María, madre de Marcos, donde tuvo lugar la venida del Espíritu Santo el día de Pentecostés.

El jueves por la tarde sale Jesús desde Betania hasta Jerusalén. Llegó al lugar preparado y se sentó a la mesa con sus discípulos. Allí celebraría Jesús la Última Cena e instituyó la Eucaristía y el Orden sacerdotal.

"Entonces Jesús hizo algo completamente inesperado: se levantó de la mesa, se quitó el manto, tomó un lienzo y se lo ciñó. Luego echó agua en una vasija y comenzó a lavar los pies de sus discípulos y a enjugarlos con el lienzo que se había ceñido. Normalmente eran los siervos más humildes los que realizaban esta tarea con los familiares que llegaban a Jerusalén después de recorrer caminos polvorientos. Lavar los pies era una muestra de hospitalidad".

San Pedro se resiste. "No me lavarás los pies Jamás".

Jesús le contesta con fuerza: "Si no te lavo los pies no tendrás parte conmigo".

San Pedro entiende el mensaje y "se humilla": "No sólo los pies, sino las manos y la cabeza".

También a Judas le lavó los pies Jesús. ¿Qué pensaría Jesús cuando se acercó a lavarle los pies a Jesús? ¿Qué pensaría Judas mientras le lavaba los pies Jesús?

En aquellos momentos Jesús nos deja su testamento: el Mandamiento Nuevo, "como yo os he amado" (Jn 13, 34-35).

El distintivo cristiano es la caridad. El mandamiento más importante es amar.

Mientas no entendamos esto, no hemos entendido el cristianismo.

En la tarde de la vida te examinarán de amor.

"Me he hecho siervo para que aprendáis a servir a todos los hombres".

La palabra "servicio".

"Pon amor donde no hay amor y sacarás amor" (San Juan de la Cruz).

Los demás. "Haced el bien a vuestros enemigos. Orad por los que os persiguen y calumnian".

Tratar bien a la gente que nos cae bien no tiene ningún merito. Incluso, puede ser una señal de egoísmo.

Amor con obras. Tratar a los hijos de Dios como hijos de Dios.

Comentar 1 Cor 13, 1-7. El himno de la caridad.


GETSEMANI

Mt 26, 36 y ss.

Era un huerto conocido de Jesús. Debía pertenecer a algún discípulo adinerado, probablemente de la misma familia que puso a disposición el Cenáculo.

Judas lo conocía muy bien. Acompañó tantas veces a rezar a Jesús...

Pedro, Santiago y Juan acompañan a Cristo a un lugar un poco más apartado.

Jesús dice unas palabras desgarradoras: "Mi alma está triste hasta la muerte". Le invade una tristeza capaz de causarle la muerte.

"Quedaos aquí y velad conmigo". No quiere que los discípulos más íntimos se desalienten al ver su propia agonía. Se distanció unos treinta metros.

Jesús tiene necesidad de hablar con su Padre. Tiene miedo, tristeza y angustia.

"Cayó de rodillas"; "se postró en tierra"; "so postró rostro en tierra". Son las posturas que adoptó Jesús. Normalmente los judíos rezaban en pié, pero Jesús no se podía sostener en pié.

"Comenzó a sentir pavor y a angustiarse".

"Padre mío, si es posible que pase de mi este cáliz, pero que no sea como quiero, sino como quieras tú".

Vuelve Jesús a donde estaban los tres discípulos y los encontró dormidos.

Se enfrenta a una muerte violenta. Se encuentra con todos los pecados del mundo. Pagó personalmente -como si los hubiera cometido Él- por todos los delitos. (Is 53, 4-5).

A Jesús le pasaría por la cabeza el rechazo del pueblo elegido, la presencia de Judas, la flaqueza de Pedro, la huída de los discípulos, los pecados incontables de tantas generaciones, el desprecio de su sacrificio, la resistencia a la gracia de tanta gente.

También contemplaría Cristo la fidelidad de tanta gente, las conversiones, los deseos de recomenzar, los actos heroicos...

"Dios envió un ángel del Cielo para confortarle", porque el desfallecimiento era total.

Jesús entra en agonía. La oración se hace más intensa. Comienza a sudar gotas de sangre.

Lección de abandono para nosotros, que nos cuesta tanto aceptar el dolor y la contrariedad.

Vemos la naturaleza humana de Jesús con toda su capacidad de sufrimiento.

Desde el desierto, el demonio no aparecía (Lc 4, 13). Ahora vuelve al ataque aprovechando la repugnancia natural al sufrimiento y a la muerte.

Jesús se encuentra a sus discípulos durmiendo.

Después viene el prendimiento y el juicio religioso en casa da Anás y Caifás, las negaciones de Pedro, la condena del sanedrín.

Oración. Imitar a Cristo en Getsemaní. (Camino 773). Ponerse delante de Dios y decirle: ¿Cuál es tu voluntad?

Anécdota, ¿qué le pides a Dios cuando rezas? Nada, le pregunto si le puedo ayudar en algo.

Rezar cuesta. A Cristo le costó. Suda sangre hablando con su padre.

"Velad y orad para no caer en la tentación".

Para no caer en tentación, oración; para conocer la voluntad de Dios, oración.

Obstáculo: pereza, como a los apóstoles. No ganas, no tiempo, me aburro, no me dice nada, no sé cómo hacerla.


LA PASIÓN Y MUERTE DE JESÚS

"La Pasión es obra de Dios y su obra maestra. Los judíos acusan a Jesús. Judas le entrega. Pilatos le condena. Los verdugos le atormentan. Los demonios excitan a todos estos desgraciados. Pero, sólo son ejecutores materiales de los designios de Dios".

"Este cáliz lo ha preparado mi Padre".

"Pilato no tendría poder alguno si no lo hubiera recibido de lo Alto".

"Ha llegado la hora de la Pasión, la hora dada por el Cielo al poder de las tinieblas".

Hch 4, 27.

El beso de Judas. "Salve Rabí", "Amigo, a lo que has venido". ¿Cómo es posible que hagas esto conmigo?

Uno de los íntimos. Entregado por uno de los suyos. Un beso que quemó el rostro de Cristo.

Una razón para la esperanza: muchas veces ofreció Jesús a Judas la posibilidad perdonarlo.

Dios no da a nadie por perdido. "Rezad unos por otros para ser salvos" (Sant 5, 16). Si vemos que alguien se desvía, oración por ellos.

El Señor no niega su gracia a nadie. El Señor no niega su gracia nadie. El Señor no abandona a los suyos, aunque le traicionen.

Todo tiene remedio. Un corazón contrito y humillado Dios no lo desprecia.

Pedro y Judas.

En nuestro apostolado, no podemos abandonar a los más difíciles. No hay nadie irrecuperable, aunque le haya dado la espalda a Dios.

"No necesitan médico los sanos, sino los enfermos", y más necesidad tienen cuanto más enfermos están. Nadie está irremediablemente perdido. Siempre se puede recomenzar.

"¿Cómo a un ladrón venís a buscarme?". "Dejad marchar a estos". Jesús va con las manos atadas. Los discípulos "le dejaron y huyeron".

Soledad de Jesús. Continúa en los Sagrarios.

Prisas para hacer tantas cosas de tan poco valor. Prisas para nada. "No tengo tiempo para hacer la oración".

Camino 537, "Cuando te acercas al Sagrario piensa que Él... te espera desde hace veinte siglos.

Lc 10, 42, "María escogió la mejor parte".

"¿Qué haremos en la presencia de Dios Sacramentado? Amarle, alabarle, agradecerle y pedirle. ¿Qué hace un pobre en la presencia de un rico? ¿Qué hace un enfermo en la presencia de un médico? ¿Qué hace un sediento en vista de una fuente cristalina?" (San Alfonso María de Ligorio).

Para hacer oración no hay que ser muy sabios, tener mucho tiempo, o que apetezca. Sólo una persona generosa es capaz de entender porqué debemos hacer oración.


LA RESURRECCIÓN

Domingo de Pascua. Aparece Jesús a dos discípulos que van a Emaús -distante unos 12 km de Jerusalén-.

Caminan tristes y desconsolados. Visión humana. Piensan que han vivido una bonita historia que ya ha terminado. Tienen miedo.

Habían oído lo que dijeron las mujeres sobre el sepulcro vacío. Pero no bastó para que tuvieran fe en la Resurrección. Encontrar a Jesús vivo, después de lo sucedido en el Calvario estaba muy lejos de sus mentes.

Iban con la esperanza perdida.

Jesús se pone a su lado como un viajero más. "Sus ojos estaban incapacitados para reconocerlo".

"¿Qué conversación lleváis entre los dos mientras vais caminando?".

"Se detuvieron un instante, entristecidos".

Cleofás le responde, "¿eres tú el único forastero que no sabe lo que ha pasado allí en estos días? Lo de Jesús Nazareno, que fue condenado, crucificado, que lo pusieron en un sepulcro y las mujeres dicen que está vacío, pero a Él nadie le ha visto".

Manifiestan fervor y cariño a Jesús.

"Oh, necios y tardos de corazón para creer todo lo que anunciaron los profetas. ¿No era necesario que el Cristo padeciera estas cosas y así entrara en su gloria?"

Desde Moisés, pasando por los profetas, les explicó las escrituras y los pasajes referentes al Mesías.

Jesús hace ademán de proseguir el viaje. "Quédate con nosotros que ya está anocheciendo y va a caer día".

Jesús preside la cena. Lo reconocieron. Pronuncia la bendición, divide el pan y lo reparte.

Jesús tenía un estilo propio, sus gestos serían inconfundibles. "Se les abrieron los ojos y lo reconocieron".

"¿No es verdad que ardía nuestro corazón dentro de nosotros mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las Escrituras?".

Quédate con nosotros, porque sin Ti todo es oscuridad y nuestras vidas carecen de sentido, andamos desorientados y perdidos. Contigo todo tiene sentido: hasta el sufrimiento y la misma muerte es una realidad distinta.

Quédate con nosotros y recuérdanos las cosas esenciales de nuestra existencia.

Ayúdanos a ser fieles y a saber escuchar el consejo sabio de aquellas personas en las que Tú te haces presente en nuestro continuo caminar hacia Ti. Danos la humildad de dejarnos ayudar.

Ser fieles. Comenzar y recomenzar. No huir con la cabeza baja y desanimados ante la menor dificultad. Perseverancia a pesar de las derrotas. Cristo ha vencido al pecado y nosotros también venceremos. "Yo estaré con vosotros siempre".

Somos la luz del mundo, la sal de la tierra.

Los medios para ser fieles:

1. La oración diaria.

2. Escuchar con atención el consejo sabio de quien puede ayudarme. La dirección espiritual. Cleofás y el otro ven a Jesús porque escuchan. Dirección espiritual regular, puntual, sincera. "Dios se sirve de los hombres como instrumentos".

3. Acudir a nuestra Madre, la Virgen. Normas marianas.

Santa María nos acompañará siempre. "A Jesús siempre se va y se vuelve por María".



[1] Vid. comentario del Evangelio de Eunsa a esta cita.