4.12.08

Sobre el Adviento

Estimadas profesoras y personal no docente:

Ha llegado el Adviento, tiempo de salvación, de paz y de reconciliación; un tiempo deseado y lleno de alegría, que celebramos solemnemente y en el que también nosotros procuraremos vivir con fervor, alabando y dando gracias a Dios Padre por la misericordia que en el misterio del Nacimiento de Jesús nos ha manifestado.

Dios, por su inmenso amor hacia nosotros, pecadores, nos envió a su Hijo único, para librarnos de la tiranía y el poder del demonio, invitarnos al Cielo e introducirnos en los más profundos de los misterios de su Reino, manifestarnos la verdad, enseñarnos las buenas costumbres, comunicarnos las virtudes, enriquecernos con los tesoros de su gracia y hacernos sus hijos y herederos de la vida eterna.

La Iglesia recuerda cada año el misterio de este amor tan grande de Dios hacia nosotros, animándonos a tenerlo presente. A la vez, nos enseña que la venida de Cristo no sólo benefició a los que vivían en el tiempo de nuestro Señor, sino que su eficacia continúa y, hoy en día, se nos comunica la gracia mediante la fe y los sacramentos, y si tratamos de vivir conforme a los mandamientos de la ley de Dios.

La Iglesia desea vivamente que comprendamos que así como Cristo vino una vez al mundo en la carne, de la misma manera está dispuesto a volver -en cualquier momento- para habitar espiritualmente en nuestra alma con la fuerza de su gracia, si nosotros -por nuestra parte- quitamos todo obstáculo y le dejamos.

Durante estos días, la Iglesia –como madre que se preocupa de nuestra salvación- nos anima a disponer nuestras almas para la llegada de Jesucristo, que celebraremos en Navidad.

¡Qué buen momento es el Adviento para que cada uno acudamos al sacramento de la penitencia, y para que animemos a las personas que nos rodean –familiares, amigos, alumnas- a que se dispongan bien interiormente!

Capellanía
diciembre de 2008

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