4.10.08

Retiro mensual de octubre (par)

X. OCTUBRE

1. AMOR A LA VOCACIÓN. RECOMENZAR. SANTIDAD PERSONAL

La vocación cristiana es don de Dios: elegidos según el previo conocimiento de Dios Padre, mediante la santificación del Espíritu, para obedecer a Jesucristo y ser rociados con su sangre: gracia y paz en abundancia para vosotros (1 Petr 1,1-2).

El tesoro de nuestra vocación a la Obra, para ser santos con el espíritu y los medios del Opus Dei.

Hay como 5 fases en la interiorización de algo que merece la pena (un valor):

- Descubrirlo.
- Aceptarlo.
- Preferirlo.
- Comprometerse con él.
- Organizar la propia vida en función de ese valor.

Santidad personal. El escenario de la santidad. Nuestra vida está ya escrita. Ajustarnos al guión.

La llamada no es única. A lo largo de la vida hay sucesivas llamadas de Dios. Nuestra vida es un diálogo con Dios.

Descubrir las llamadas de Dios.

La vocación del cristiano fundamenta su esperanza: a los que llamó, también los justificó, y a los que justificó también les glorificó (Rom 8,30). Necesidad de la virtud de la esperanza para pedir perdón y para volver a Dios. Ejemplo de San Pedro: flevit amare (Mc 14,72).

Acción del Espíritu Santo en el alma: He oído tu voz, y no quiero endurecerme y resistir, diciendo: después..., mañana. Nunc coepi!¡Ahora! no vaya a ser que el mañana me falte (De nuestro Padre).

"Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.

En las palabras de esta petición aparecen inmediatamente claras dos cosas: existe una voluntad de Dios con nosotros y para nosotros que debe convertirse en el criterio de nuestro querer y de nuestro ser. Y también: lacaracterística del «cielo» es que allí se cumple indefectiblemente la voluntad de Dios o, con otras palabras, que allí donde se cumple la voluntad de Dios, está el cielo. La esencia del cielo es ser una sola cosa con la voluntad de Dios, la unión entre voluntad y verdad. La tierra se convierte en «cielo» si y en la medida en que en ella se cumple la voluntad de Dios, mientras que es solamente «tierra», polo opuesto del cielo, si y en la medida en que se sustrae a la voluntad de Dios. Por eso pedimos que las cosas vayan en la tierra como van en el cielo, que la tierra se convierta en «cielo»" (Benedicto XVI, Jesús de Nazaret).

Recomenzar muchas veces al día (cfr. Forja, n. 119). No sólo después de descubrir una falta de delicadeza concreta con el Señor, sino también cuando notamos una cierta tibieza o acostumbramiento en la lucha, o que el Señor nos pide más: sanctus sanctificetur adhuc (Apoc 22,11). En cosas concretas: el cumplimiento de una Norma, un tiempo de estudio o trabajo, una reunión en familia, etc.

Recomenzar con alegría (cfr. Surco, n. 271). El sacramento de la Penitencia y los actos de contrición, medios para recomenzar.

Cfr. Crónica, XI-1991, pp. 980-989: Nunc coepi!

2. ACCIONES DE GRACIAS

Cristo nos ha enseñado que debemos ser agradecidos: Padre, te doy gracias... (Io 11,41; cfr. Mt 15,36).

En la Ultima Cena (cfr. Mt 26,29): fin eucarístico de la Misa. Su indicación sobre el agradecimiento en la curación de los diez leprosos... Non sunt inventi qui redirent, ut darent gloriam Deo, nisi hic alienigena? (Lc 17,17-18).

S. Pablo escribe que los cristianos hemos de dar gracias a Dios siempre. Omne, quodcumque facitis in verbo aut in opere, omnia in nomine Domini Iesu gratias agentes Deo Patri per ipsum (Col 3,17).

Conciencia clara de nuestra obligación de ser agradecidos con Dios (cfr. Forja, n. 866). Por lo mucho que hemos recibido: la vida, la familia en que hemos nacido, la fe, la vocación a la Obra, tantas gracias de Dios, incluso muchas ayudas divinas que ni siquiera conocemos: etiam ignotis.

Agradecimiento también porque no hay ningún mérito previo por nuestra parte. ¿Qué tienes que no hayas recibido? (...) ¿Por qué te glorías como si no lo hubieses recibido? (1 Cor 4,7).

"Una tarea importante del hombre es valorar lo que es y lo que tiene, y a quien se lo debe. La actitud contraria solo puede ser clasificada de frívola. Pero valorar supone interiorizar, reflexionar, ponderar, sacar nuestras propias conclusiones" (Miguel Angel Martí, La afectividad).

La acción de gracias como Norma de siempre. Gratitud operativa: vivir bien nuestro espíritu como señal de agradecimiento al Señor (cfr. Don Álvaro, Crónica, II-1982, p. 180). El Señor premia esta actitud con más gracias: Et ait illi: «Vade; fides tua te salvam fecit» (Lc 17,19).

Agradecimiento con obras de apostolado (cfr. Surco, n. 4).

Cfr. Crónica, V-1993, pp. 430-434: Motivos de acción de gracias.

3. LEALTAD

El Espíritu Santo nos ha dejado en el Antiguo Testamento la historia de la fidelidad de Dios a sus promesas y de la infidelidad del pueblo elegido. He observado a este pueblo y he visto que es un pueblo de dura cerviz (Ex 32,9). Esta falta de lealtad a los planes divinos se experimenta también en los tiempos presentes. Nuestro Señor Jesucristo, que funda la Iglesia Santa, espera que los miembros de este pueblo se empeñen continuamente en adquirir la santidad. No todos responden con lealtad a su llamada. Y en la Esposa de Cristo se perciben, al mismo tiempo, la maravilla del camino de salvación y las miserias de los que lo atraviesan (Lealtad a la Iglesia, 4-VI-1972, n. 3, 6).

2 Pe 1, 10-11 "Hermanos, poned más empeño todavía en consolidar vuestra vocación y elección. Si hacéis así, nunca jamás tropezaréis; de este modo se os concederá generosamente la entrada en el reino eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo".

Deseos de vivir esta virtud y de reparar tantas deslealtades: Meditad mucho (...) en la virtud de la fidelidad: justicia y lealtad con Dios que nos ha llamado y, por El, con la Iglesia entera y con sus Pastores, con la Obra, con vuestros hermanos, con las almas todas (Don Álvaro, Cartas de familia (2), n. 372, 1).

Necesidad de ser leales, fieles, perseverantes, capaces de mantener la palabra dada.

Confianza en la gracia de Dios, ''La norma general que regula la concesión de gracias singulares a una criatura racional determinada es la de que, cuando la gracia divina elige a alguien para un oficio singular o para ponerle en un estado preferente, le concede todos aquellos carismas que son necesarios para el ministerio que dicha persona ha de desempeñar'' (San Bernardino de Siena, Sermón 2, Sobre san José: Opera omnia 7,16. 27-30).

Cuando pito D. Juan Larrea -estudiaba derecho en Roma-, su padre -diplomatico- le dijo que hablara con un cardenal amigo suyo para pedirle consejo, y lo llevo al Cardenal Montini.
Le preguntó si estaría dispuesto a ordenarse sacerdote y hacer carrera diplomática. Le contestó que no y le explicó la Obra.

A los 20 años volvió D. Juan como Obispo para la visita ad limina. D. Juan le preguntó si se acordaba de él.

Pablo VI le contesto que se acordaba de él por la leccion de fidelidad a la vocacion que le dio
Qui fidelis est in minimo, et in maiori fidelis est; et qui in modico iniquus est, et in maiori iniquus est (Lc 16,10). Ejercicio diario de lealtad en las cosas pequeñas: en las exigencias de nuestra vocación, en el trabajo, en la vida en familia, en la amistad, etc. Lealtad en los momentos difíciles (cfr. Del Padre, Carta, 14-II-1997, n. 8). Acudir a la Virgen, Virgo fidelis (cfr. Surco, n. 51).

(Comprender, apoyar, y ayudar a las personas del Centro)

Cfr. Editoriales de Crónica de I, II, III, IV, VI y VII-1988.

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