18.10.08

Unidad de vida

Si los cristianos viviéramos de veras conforme a nuestra fe, se produciría la más grande revolución de todos los tiempos... ¡La eficacia de la corredención depende también de cada uno de nosotros! Medítalo (Surco, 945).

El auténtico cristiano no es una persona de doble vida, que triunfa en algunos aspectos a costa de otros. En el Evangelio, encontramos que el Señor critica precisamente esta doble vida de los escribas y fariseos, que enseñan lo que no practican (cfr. Mt 23, 1-36). Por el contrario, la unidad de vida se alcanza cuando se lucha por cumplir los deberes con Dios (mandamientos, frecuencia de sacramentos) y con los hombres (relaciones familiares, de amistad, sociales, laborales): "dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios" (Mt 22, 21).

XX, no te olvides de tu identidad, que eres encargada de XX de e.p.

Grito oído desde el confesionario un viernes por la tarde, algo caótico.

“El hombre honrado y cabal es el hazmerreír. Lo propio de la sabiduría de este mundo es ocultar con artificios lo que siente el corazón, velar con las palabras lo que uno piensa, presentar como falso lo verdadero, y lo verdadero como falso. La sabiduría de los hombres honrados, por el contrario, consiste en evitar la ostentación y el fingimiento, en manifestar con sus palabras su interior, en amar lo verdadero tal cual es, en evitar lo falso, en hacer el bien gratuitamente, en tolerar el mal de buena gana, antes que hacerlo; en no quererse vengar de las injurias, en tener como ganancia los ulrajes sufridos por causa de la justicia. Pero esta honradez es el hazmerreír, porque los sabios de este mundo consideran una tontería la virtud de la integridad. Ellos tienen por necedad el obrar con rectitud, y la sabiduría según la carne juzga una insensatez toda obra conforme a la verdad”

(San Gregorio Magno, De los tratados morales).

Las tres imágenes que proyectamos sobre nosotros mismos han de coincidir:

- La que tienen nuestros padres.

- La que tienen nuestros amigos.

- La que tienen nuestros profesores.

El bien que podemos hacer a la gente, portándonos como Dios quiere. El caso de Jessica.

Le pregunta a una amiga suya porqué no va a fiestas. Le explica porqué. Y la otra le cuenta que ha abortado.

Muchas de las enfermedades de la personalidad adolescente tienen como causa la mediocridad y la ia.

Gynt –escribe el dramaturgo noruego Ibsen sobre uno de sus personajes- se parece a una cebolla que se va desmoronando sin llegar nunca a un punto sólido. La vida para él no consistía más que en una sucesión de meses y años que el viento se lleva, sin llegar nunca a un punto resistente. El único epitafio que se podría grabar en la losa de su tumba sería este: “aquí no yace nadie”.

Alguien ha podido decir que los Peter Gynt pueblan la tierra y la cubren por doquier de campos de cebollas”.

A. Llano, La vida lograda, p. 84.

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