Marta, Marta, tú te preocupas y te inquietas por muchas cosas (Lc 10, 41).
Por nuestra naturaleza caída y los efectos de nuestros pecados personales, tendemos a la dispersión y al activismo. Y eso nos lleva a perder la serenidad interior.
El recogimiento ayuda a aprovechar el tiempo y evita la tibieza.
¡Alma calma!, es preciso mantener esa serenidad interior para que nuestras actividades no nos alejen de Dios y sean de verdad ocasión de amarle y de servir a los demás.
Para eso ir recogidos: Si tienes presencia de Dios, por encima de la tempestad que ensordece, en tu mirada brillará siempre el sol; y, por debajo del oleaje tumultuoso y devastador, reinarán en tu alma la calma y la serenidad (Forja, n. 343).
Para contemplar, hay que pararse un poco.
Jaculatorias, industrias humanas... Las muletas...
Metidos en Dios los sentidos, la imaginación, las potencias del alma, no tendrésis poblemas personales (Carta, 6-V-1945, n. 28).
Cuando vayas a orar entra en tu aposento (Mt 6, 6). ¿Para qué has de mirar, si “tu mundo” lo llevas dentro de ti? (Camino, n. 184).
Meternos en Dios que habita en nuestra alma, no implica separarse de los demás: Recogerse, no es alejarse de los demás: es recoger en Dios las cosas y las personas que están a mi alrededor.
Recogerse es dirigirse a Dios aprovechando lo que nos sucede. Para estar recogidos a lo largo del día:
• esmerarse en la oración mental y vocal;
• trabajar con orden siguiendo el plan previsto;
• cuidar la mortificación de los sentidos (cfr. Camino, n. 375);
• mortificar la curiosidad (p.ej. ante los medios de comunicación e informáticos).
La mortificación es el puente levadizo que nos facilita la entrada en el castillo de la oración (Surco, n. 467; cfr. Camino, nn 172-173).
Amar el silencio, portero de la vida interior (Camino, n. 281).
El tiempo de la noche y el tiempo de trabajo de la tarde deben ayudarnos al silencio interior de la imaginación y de la memoria: El silencio de la noche, para un alma de Dios, es una necesidad. Yo, al llegar la noche siento la necesidad total de recogimiento (Crónica, IX-1967, p. 788).
Vivir el tiempo de la tarde, durante "tres horas después del almuerzo o de la tertulia" con recogimiento, passionis tuae memoriam recolentes, recordando la Pasión del Señor, pues a esa hora de la tarde ocurrió la agonía y muerte de Jesús en el Calvario.
El ejemplo de nuestra Madre, Maestra de oración: Y su madre guardaba todas estas cosas en su corazón (Lc 2, 51).
No hay comentarios:
Publicar un comentario