En aquel tiempo, entró Jesús en Jericó y atravesaba la ciudad.
El “no parar” de Jesús.
Un hombre llamado Zaqueo, jefe de publicanos y rico, trataba de distinguir quién era Jesús, pero la gente se lo impedía, porque era bajo de estatura.
El deseo de Dios. Deseos de encontrar a Cristo.
Dificultades externas (ambiente).
Dificultades internas (miserias).
Corrió más adelante y se subió a una higuera, para verlo, porque tenía que pasar por allí.
Audacia.
Sin miedo, y sin respetos humanos.
Los obstáculos no le detienen: toma la iniciativa (la higuera).
Nosotros podemos ser la “higuera” de muchas personas.
Jesús, al llegar a aquel sitio, levantó los ojos
Jesús no pierde detalle: valora nuestro esfuerzo. Ve las ansias de Zaqueo, que le mira medio oculto entre las ramas del árbol.
Y dijo: “Zaqueo, baja en seguida, porque hoy tengo que alojarme en tu casa”.
Jesús se adelantó.
Jesús nos busca siempre. Esperanza en la propia vida interior y en el apostolado.
Él bajó en seguida, y lo recibió muy contento.
Docilidad.
Recibir a Jesús: alegría.
Al ver esto, todos murmuraban diciendo: “Ha entrado a hospedarse en casa de un pecador”.
A contracorriente.
Pero Zaqueo se puso en pie, y dijo al Señor: “Mira, la mitad de mis bienes, Señor, se la doy a los pobres; y si de alguno me he aprovechado, le restituiré cuatro veces más”.
Afán sincero de reparar, con obras.
Jesús le contestó: “Hoy ha sido la salvación de esta casa; también éste es hijo de Abrahán. Porque el Hijo del Hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido”.
Confiar en la gracia y en la misericordia de Dios.
El “no parar” de Jesús.
Un hombre llamado Zaqueo, jefe de publicanos y rico, trataba de distinguir quién era Jesús, pero la gente se lo impedía, porque era bajo de estatura.
El deseo de Dios. Deseos de encontrar a Cristo.
Dificultades externas (ambiente).
Dificultades internas (miserias).
Corrió más adelante y se subió a una higuera, para verlo, porque tenía que pasar por allí.
Audacia.
Sin miedo, y sin respetos humanos.
Los obstáculos no le detienen: toma la iniciativa (la higuera).
Nosotros podemos ser la “higuera” de muchas personas.
Jesús, al llegar a aquel sitio, levantó los ojos
Jesús no pierde detalle: valora nuestro esfuerzo. Ve las ansias de Zaqueo, que le mira medio oculto entre las ramas del árbol.
Y dijo: “Zaqueo, baja en seguida, porque hoy tengo que alojarme en tu casa”.
Jesús se adelantó.
Jesús nos busca siempre. Esperanza en la propia vida interior y en el apostolado.
Él bajó en seguida, y lo recibió muy contento.
Docilidad.
Recibir a Jesús: alegría.
Al ver esto, todos murmuraban diciendo: “Ha entrado a hospedarse en casa de un pecador”.
A contracorriente.
Pero Zaqueo se puso en pie, y dijo al Señor: “Mira, la mitad de mis bienes, Señor, se la doy a los pobres; y si de alguno me he aprovechado, le restituiré cuatro veces más”.
Afán sincero de reparar, con obras.
Jesús le contestó: “Hoy ha sido la salvación de esta casa; también éste es hijo de Abrahán. Porque el Hijo del Hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido”.
Confiar en la gracia y en la misericordia de Dios.
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