9.4.08

Caridad

LA CARIDAD (1 Cor 13)

. “Aunque hablara las lenguas de los hombres y de los ángeles, si no tengo caridad, soy como bronce que suena o címbalo que retiñe.”

. Hablar “las lenguas de los hombres” no dominar muchos idiomas sino el don de hacerse entender, llegar al corazón de las personas. Deseamos comunicar, tener don de gentes. Conectar con el yo personal de cada uno no es fácil, es todo un arte. La gente se aísla, se incomunica, se cierra al diálogo. Se necesitan expertos en humanidad.

. Hablar la lengua “de los ángeles” es conocer el lenguaje espiritual, de lo sobrenatural, los ángeles hablan de Dios y de la salvación de los hombres.

. Sin caridad (“si no tengo caridad”) todo eso no sirve para nada. Son palabras vacías. Falta vida, el espíritu. Es puro teatro, apariencia. Si no veo en los demás a Dios y no les acerco a Dios pierdo el tiempo. Sin caridad todo es inútil. Lo que más admiramos, envidiamos o deseamos, sin caridad no es nada.

. Si esto es así, debemos examinarnos a diario: ¿cómo voy de caridad?

. “Y si tuviera el don de profecía y conociera todos los misterios y toda la ciencia, y aunque tuviera tanta fe como para trasladar montañas, si no tengo caridad, nada soy.”

. Siguen las comparaciones atrevidas: ni la “profecía”, ni los “misterios”, ni la “ciencia”, ¡ni siquiera la “fe”!, compensan la falta de caridad. La sentencia es lapidaria: “si no tengo caridad, nada soy”. No ya nada tengo sino “nada soy”.

. La tentación es seguir leyendo pero debes detenerte: ¿vives la caridad, eres caritativo?. Fallar aquí es fracasar en todo. Eres lo que sea tu caridad.

. Los demás bienes, sin caridad, son apariencia, valen nada delante de Dios. Sin caridad eres el más miserable de los miserables, aunque atesores bienes materiales o espirituales (profecía, misterios, ciencia).Tu aparente vida interior (“fe como para trasladar montañas”) es falsa, no es de Dios.

. Compensa examinarse con sinceridad: ¿qué medios pondrás para ganar a diario en caridad?

. “Y si repartiera todos mis bienes en alimentos, y si entregara mi cuerpo para alcanzar gloria, si no tengo caridad, de nada me sirve.”

. Continúan los ejemplos extremos, heroicos, ejemplares, dignos de admiración (generosidad total, entrega de la propia vida). “De nada me sirve”. Es rotundo. Será útil para los demás (mis alimentos, mi sacrificio) pero no para mí.

. Hacer cosas por los otros o ser heroico no basta. Solo el amor a Dios (por amor a Dios y con amor de Dios) justifica, da sentido, merece el Cielo. La filantropía es insuficiente. Debemos actuar por caridad (es el motor, el motivo, lo que mueve: por agradar a Dios).

. Cada noche debemos preguntarnos: ¿cómo voy de caridad, avanzo?

. “La caridad es paciente,”

. La paciencia es la ciencia de la paz. Perder la paz, impacientarse, no es bueno, no es de Dios.

. Saber esperar, contar con el tiempo, aprovechar una ocasión mejor, barajar posibles cambios o mejoras futuras; aceptar la realidad sin amargura, sonreír y utilizar las posibilidades concretas y reales; dar otra oportunidad, excusar con facilidad, facilitar la rectificación; etc., son frutos de la caridad. Es una ciencia positiva, constructiva, de mejora. Debemos contar con el tiempo. La inmediatez denota falta de realismo y de fortaleza (¡no aguanto más!).

. Querer a las personas y las cosas, valorarlas, es mirarlas con cariño, con buenos ojos. La impaciencia es falta de amor, de caridad, es maltratar, tratar con brusquedad, sin cariño, a los otros. A un amigo no se le grita. Una madre no cansa. Si es así, falta caridad.

. “es servicial;”

. Lo propio de la caridad es dar y darse. El buen samaritano presta servicios, ayuda, resuelve problemas. El amor de Dios lleva a querer a los demás, a valorarlos, a reconocer su dignidad personal (no son cosas, objetos).

. Servir es un honor, no una humillación. Los otros son Cristo necesitado.

. ¿Qué detalles de servicio, diarios, tienes con los demás? Presta servicios materiales y también espirituales (¿tus amigos están en gracia de Dios? ¿les enseñas a rezar?).

. “la caridad no es envidiosa,”

. Debemos alegrarnos por los bienes y éxitos de los demás, disfrutar con ellos, participar de su alegría, admirarlos, dar gracias a Dios. La tristeza por carecer de bienes o cualidades que otros tienen es diabólica. La envidia es como un gusano que corroe el corazón.

. No sé querer si no quiero lo mejor para los demás. Dar gracias a Dios por la simpatía, inteligencia, habilidades, etc., de los otros es lo cristiano. Pensar que nos hacen sombra o sentirse humillado es egoísmo (es compararse, no pensar en ellos para querer y ayudar).

. ¿Te alegran o entristecen las cualidades de los demás? ¿reconoces, valoras y admiras sus virtudes? ¿eres capaz de comentar: ¡qué bien lo has hecho!, o siempre te fijas en los fallos? ¿tus comentarios animan o desaniman a los otros?

. “no es jactanciosa,”

. La autosuficiencia, el desprecio de los demás, el afán desmedido de independencia (no querer depender de nadie), la falsa seguridad que impide considerarse necesitado de auxilio, etc., no es caridad.

. El egoísta solo piensa en él y en sus cosas: olvida que las ha recibido de Dios y que otros las aprovecharían mucho mejor. No jactarse es dar toda la gloria a Dios.

. “no se engríe,”

. Quien se llena de sí mismo está vacío de Dios. Quien se cree el mejor y perfecto no agrada a Dios. Al soberbio y orgulloso, porque se ama a sí mismo, se le suben los humos, el cargo, los honores, y olvida que es solo una criatura, que estamos de paso.

. “no es ambiciosa,”

. Quien tiene a Dios lo tiene todo. Quien deposita su felicidad o esperanza en un bien externo (dinero, prestigio, eficacia, poder) equivoca el rumbo.

. Debemos dar gracias a Dios por los bienes que tenemos (salud, familia, cosas). Podemos aspirar a alcanzar aquello de lo que carecemos. Pero la ambición es un amor desordenado, desproporcionado. El bien deseado puede ocupar el lugar de Dios y los demás (tiempo, afectos, energías, deslealtades).

. “no busca su propio interés,”

. La caridad es amor a Dios y amor a los demás. Estamos hechos para amar. Y amar es darse, olvido de sí, entrega. No es caritativo quien se busca a sí mismo, reclama compensaciones o se reserva espacios o momentos de soledad egoísta. El “qué quiero, qué me gusta, qué me apetece, qué me compensa”, debe ceder ante el “qué quiere Dios de mí, qué necesitan los demás, qué haría Jesucristo en mis circunstancias”.

. Esto, ¿por qué lo haces o por quién lo haces? Si damos para recibir, si calculamos si compensa, si el yo es la medida de todo, falta caridad. Dios pide que pensemos siempre en los demás. Que descubramos sus necesidades, sus gustos, sus ilusiones.

. “no se irrita,”

. Otro indicador claro. El mal humor, la susceptibilidad, la bronca, son falta de presencia de Dios. Si faltas a la caridad es que te falta caridad. Ofrece los contratiempos, los malentendidos, los fallos de los demás, las adversidades (calor, frío, esperas prolongadas). Hay cosas o personas que nos ponen a prueba. Quien se “irrita” está bajo mínimos de caridad.

. Las reacciones destempladas, los enfados coléricos, son falta de caridad, de comprensión, de indulgencia, de ver la mano de Dios, la Providencia, detrás de los acontecimientos molestos. Son ocasiones perdidas de ganar en paciencia, etc. Olvidamos que nosotros también nos equivocamos muchas veces.

. Procura ser señor de las situaciones, que los sucesos no te arrastren, que no te alteren, que no te quiten la alegría de un hijo de Dios. ¿Cómo reaccionas ante los contratiempos o dificultades? Reza, para que Dios te conceda la calma que tanto deseas. Habla con Dios en tu Oración de esas situaciones (trato con personas molestas, etc.), para ser más sobrenatural. Y concretar algún propósito (saber escuchar, no discutir o gritar nunca, sonreír).

. “no piensa mal,”

. ¡Cuántas veces nos equivocamos al pensar y juzgar mal a los demás! Lo cristiano es salvar la intención, no juzgar por falta de información, confiar en que existe un motivo o razón que desconocemos que explica, justifica o atenúa ese comportamiento incorrecto.

. La crítica, la murmuración, etiquetar negativamente a las personas, los prejuicios, son falta de caridad. Siempre que pensamos mal, porque no es pensar sino pensar mal, nos equivocamos y debemos rectificar, arrepentirnos. Hemos de ser prudentes. No podemos ser ingenuos. Pero no debemos pensar mal de los demás (estaría mal aunque se confirmasen nuestros malos pensamientos: el error es desconfiar, prejuzgar).

. “no se alegra de la injusticia,”

. La injusticia, el mal, nunca puede ser motivo de alegría (eso es afán de venganza, revanchismo). Si el mal injusto sufrido por otro me alegra es porque sentía antipatía por él por falta de caridad. Ante la injusticia reacciona con pena.

. La caridad se alegra con la conversión del pecador o reza por el impenitente. Alégrate con la victoria del bien o la derrota del mal pero ten misericordia de los pecadores.

. “se complace en la verdad.”

. La verdad siempre ofrece un lado humano, positivo. La mentira no es de Dios. Nunca todo es malo. De todos se puede decir algo bueno. La mentira es una simplificación rígida de la realidad que es rica en matices y cambiante.

. Cuando se aclaran las cosas, los malentendidos, se superan los prejuicios. El mayor conocimiento mutuo ayuda a acercar posiciones. Cuando resplandece la verdad caen muchas barreras que separaban y provocaban recelo. Meterse en la piel de los demás –caridad- ayuda a conocerles mejor, a comprenderles, a tener misericordia. Y entonces damos gracias a Dios.

. “Todo lo sufre,”

. La palabra insufrible, insoportable, manifiesta falta de fortaleza, pobreza de amor. El que ama tiene una capacidad ilimitada de sufrir por el amado. Cristo, en la Cruz, sufrió lo indecible por cada uno de nosotros, que somos pecadores y no justos. Los padres son capaces de cualquier cosa por sus hijos.

. La incapacidad para sufrir evidencia la miseria del corazón. La queja, la protesta y el victimismo son enfermedades del amor. El amor verdadero es sacrificado. ¿Te buscas a ti o agradar a los demás?

. “todo lo cree,”

. El que ama se fía, confía. Su actitud es amistosa, benévola. No desconfía, no rechaza a nadie. Caridad también es decir creo en ti, sé que eres bueno, que cuando quieres haces el bien. El desconfiado, el incrédulo, es un solitario, ve enemigos y mentiras por todas partes.

. “todo lo espera,”

. Saber que Dios es Amor y que nos ama nos llena de optimismo y de esperanza. El que no espera se desespera. La caridad lleva al abandono en Dios, a la infancia espiritual.

. “todo lo soporta.”

. El Cielo y el amor a Dios compensan cualquier esfuerzo.

. “La caridad no acaba jamás. (…)”

. La caridad es y será siempre lo más importante, en la tierra y en el Cielo, por eso “no acaba jamás”. La pregunta sobre cómo vamos de caridad es clave en todo momento, en cualquier etapa de la vida (infancia, adolescencia, juventud, adulto, vejez).

. “Ahora permanecen la fe, la esperanza y la caridad, estas tres; pero la mayor de ellas es la caridad.”

. La caridad es superior porque la fe y la esperanza desaparecerán. Pero ya ahora, aquí en la tierra, la caridad es superior. La Ley de Dios es amar, a Dios y a los demás. ¿Cómo vas de caridad? Es la gran pregunta.

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