26.4.08

Si me amáis...

Si me amáis guardaréis mis mandamientos” (Jn 14, 15-21)

Jesús nos pide un amor con obras: “guardar”.

Dios nos ama con un amor tan grande, que es infinito: como si fuéramos la única persona que existe sobre la tierra. Como si no existiera ninguna persona más.

El hombre olvidado de Dios se siente solo.

Nuestro corazón se puede llenar de cosas que nos apartan de Dios.

Los bomberos, cuando entran en una casa incendiándose, arrojan por las ventanas todo lo que encuentran a su paso: sillones, muebles valiosos… para salvar lo importante. Tiran todo lo que estorba

¡Aparta Señor de mí lo que me aparte de Ti”.

Dios sabe que somos débiles, que nuestra naturaleza no está todavía en estado de perfección… Por eso nos envía al Espíritu Santo.

Los frutos y dones del Espíritu Santo son regalos.

El Espíritu Santo vive con nosotros y está en nosotros.

No os dejaré desamparados

La gran verdad de nuestra vida: Dios está con nosotros, porque somos sus hijos.

Yo estoy con mi Padre

vosotros conmigo

y yo con vosotros


Para los momentos de duda, vacilación, tentación... Jesús está a mi lado ¡ahora! Tengo al Espíritu Santo que es mi Defensor... ¿Le voy a defraudar? ¿Le voy a traicionar? ¿Le voy a crucificar?

El que acepta mis mandamientos y los guarda… ese me ama

No dice Jesús el que “cumple”. Habla de “aceptar”… “guardar”…

Se “aceptan” los regalos

Se “guarda” lo que se estima, lo que se quiere cuidar.

Dios no nos impone que le amemos. Los mandamientos no son obligaciones onerosas. Cumplirlos no es una carga. El amor no entiende de imposiciones. Los enamorados no negocian lo que se entregan. Los enamorados se “aceptan” porque se entregan, se “guardan” el uno para el otro.

El amor a Dios es un misterio: el misterio del amor de Dios por nosotros.

Daumar, 26/04/08
Evangelio del domingo de la VI semana de pascua

No hay comentarios: