20.4.08

Infierno

Infierno

La opción de vida del hombre... Su opción se ha fraguado... (Spes Salvi).

Tenemos la posibilidad de todos los triunfos. Por la gracia.

Esta vida es la subida al Cielo.

Dos opciones: el cielo o el infierno. La encíclica Spes Salvi sale al paso de posturas teológicas que dicen que el infierno está vacío.

Puede haber personas que han destruido la verdad y el bien. Están en el infierno.

El Señor lo deja claro en el Evangelio. No perderlo de vista farisaicamente.

No habrá infierno si amamos.

Inquietud apostólica grande ante esta realidad. Hay personas perversas. Primero, rezar y desagraviar por esas personas que rechazan toda ayuda y tiran por la borda la Redención.

Había una canción de Víctor Manuel que decía: “que me dejen en paz, yo no me quiero salvar”.

Rezar y pedir luces para estas personas que “no se quieren salvar”.

Ahogar el mal en abundancia de bien.

Si esto nos deja indiferentes, somos unos frívolos.

Inquietud ante personas que van por caminos que no acaban bien. Cambiar situaciones. Confesiones. Ojo con el “apostolado de flores y violas”.

Tenemos el carisma de la confesión. Nosotros confesamos.

Hay gente muy buena, muy santa.

La gente normal. Apertura al bien, pero empañada. Se levantan y caen, y rectifican.

Cuando comparecen ante el Juez.

1 Cor 3, 12-15. En este cimiento que es Jesucristo, lo que ha hecho cada uno saldrá a la luz. La purificación del purgatorio. Dios purifica, como padre bueno, por los méritos de Cristo... que ya pudimos aprovechar en la tierra y limpiarnos aquí.

Idea: ir de la tierra al Cielo directamente. Purificarnos aquí. Plantearnos la vida con un sentido purificador.

Que Jesús se llene de alegría al juzgarnos.

Evitar el pecado venial. Salir cuanto antes.

Es venial y ensucia. Es de fácil venia, de fácil perdón. Es una gran mancha, y se puede salir fácilmente de él: con actos de contrición -la mejor devoción, destapan el oído para oír a Dios-.

Cuando advirtamos el pecado, que venga a nuestros labios un acto de contrición como la sangre a la herida para combatir el cuerpo extraño.

Previsiblemente muere sin pecado quien hace muchos actos de contrición habitualmente.

Penitencia. Otra forma de penitencia. El arrepentimiento verdadero se traduce en el cuerpo, porque somos alma y cuerpo. La penitencia molesta al cuerpo. La penitencia es algo distinto de la mortificación.

La confesión. Cuidarla. Llevar -no como coletilla para dar materia- pecados de la vida pasada, para ir limpiando.

Otro tesoro: las indulgencias. Son algo muy serio, cumpliendo las condiciones... La media hora de oración ante el Santísimo...

En resumen, la consideración de los novísimos nos lleva a cosas muy concretas:

- desagraviar
- hacer penitencia
- plantearnos la vida con un sentido de purificación
- ser apostólicos
- hacer actos de contrición
- llevar a la confesión pecados de la vida pasada
- ganar indulgencias

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