9.4.08

El buen samaritano

EL BUEN SAMARITANO (Luc 10, 30 – 37)

. “Jesús entonces, tomando la palabra, dijo:”

. Al Señor le preguntan sobre el primer Mandamiento de la Ley de Dios. ¿Qué hacer para ir el Cielo? La respuesta, clara y práctica, es: ama a Dios y ama a los demás (al “prójimo”). El que pregunta, “queriendo justificarse, dijo a Jesús: «Y, ¿quién es mi prójimo?»”. La respuesta del Señor es la parábola del buen samaritano, una de las más bonitas del Evangelio.

. “Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó”

. Ese hombre podemos ser cualquiera de nosotros (“un hombre”: sin especificar el nombre o circunstancias personales). Tiene –como nosotros- sus planes, sus proyectos. Programa un viaje. Puede ser un comerciante.

. Quizá vuelve de adorar a Dios en Jerusalén. Rezar, luchar por ser santos o intentar ser justos, no es una garantía de que todo irá bien. ¿Vives pensando que cada día puede ser el último, para aprovecharlo bien?

. “y cayó en manos de unos ladrones, que, después de despojarle y cubrirle de heridas, se marcharon, dejándolo apenas con vida.”

. El sufrimiento del justo es un misterio. A veces conviene pensar: ¿cómo sería si me quedase ciego, paralítico, arruinado, huérfano? Ese pensamiento ayuda a dar gracias a Dios, a aprovechar las cualidades, a servir a los demás.

. Nadie está seguro de no sufrir un accidente, un robo, una enfermedad, o de morir de repente. O de que sufran personas a las que ama (familiares, amigos).

. Los “ladrones” desnudan al hombre (le humillan), le roban todo (hasta lo más querido), lo apalean (sufre) y casi lo matan (le salvan las prisas, el miedo a ser descubiertos). Actúan sin piedad. ¿Dónde estaba Dios en ese momento?

. “Bajaba por aquel camino un sacerdote que, viéndole, pasó de largo.”

. El “sacerdote” es el prototipo de hombre religioso, creyente, entregado a Dios. De él se espera una bondad superior. Jesús acaba de explicar los dos grandes Mandamientos de la Ley de Dios. No es un buen creyente quien ama a Dios pero se despreocupa de los demás.

. Las obligaciones religiosas no excusan de ayudar al necesitado. Ir a Misa no justifica no socorrer a un accidentado. No ayudar sistemáticamente en casa porque rezamos sería hacer odiosa la religión.

. El sacerdote vio el problema pero no quiso complicarse. No vio a la persona. Su conciencia erró. Y no pensó que la víctima podía ser él (pasa por el mismo “camino”). Por cansancio, prisas o miedo, incumplió su deber.

. “Asimismo un levita, que pasaba por aquel sitio, lo vio y pasó de largo.”

. También el levita “lo vio”. Porque lo normal es ver los problemas. Lo difícil es implicarse. Y también “pasó de largo”. Esto es más habitual de lo que parece. ¿Te das cuenta de los problemas de los demás? ¿o te excusas en que no piden ayuda? ¿qué has hecho hoy, cada día, por tus padres, etc.?

. Pero el peor egoísmo, también muy extendido, consiste en no ver. Algunos ni ven los problemas. Viven en su mundo feliz, artificial (la cena está puesta, alguien ha hecho la cama, etc.). Su pequeño mundo son ellos (móvil, videojuegos, series de televisión, moda, etc.). Sólo piensan en divertirse y pasarlo bien, en disfrutar. No ven personas. Los demás son la gente, la humanidad, números, estadísticas, información (guerras, terrorismo, ¡noticias!), pero no otro “yo” que sufre, tiene sentimientos y necesita ayuda.

. El levita pensó: que alguien haga algo. Esto es cosa de la policía. Seguro que se encargarán de todo. A mí me esperan. Estoy muy ocupado. No es asunto mío. Y además, ya no hay nada que hacer.

. “Pero un samaritano”

. Para los judíos los samaritanos eran unos traidores por mezclarse con gente que no creía en el Dios de Israel, el único Dios verdadero. Los evitan por antipatía. Poner de ejemplo al samaritano es inaudito: le ayudó quien menos se podía esperar. ¿Hay alguien que piensas que nunca te ayudará?

. “que iba de camino”

. Iba por el mismo camino que el sacerdote, el levita y el hombre asaltado. No somos tan diferentes, pese a las apariencias. La situación social, económica, de edad, etc., no cambia lo esencial: somos personas, con sentimientos.

. “llegó hasta él, y al verle”

. La diferencia la marca la relación personal. Porque se acercó “hasta él” aquel “hombre” era alguien (un esposo, un padre de familia, un hijo o un hermano), no un problema. No es lo mismo hablar de temas (aborto, divorcio, eutanasia, pobreza, droga, muerte, etc.) que ponerle nombre y apellidos a las cosas. Lo concreto es lo real, es lo humano, está lleno de detalles (cada persona es única, irrepetible, original).

. El samaritano no ve un herido, un accidentado. Ve sangre, dolor, sufrimiento. Hay conceptos y teorías que separan del mundo real. ¿Quién es el culpable? ¿estaba asegurado? Y se olvida la persona o a sus familiares.

. “se llenó de compasión.”

. Le dio pena, se compadeció (desea darle paz). Se mueve a misericordia. Se le remueven las entrañas. Y con tanta intensidad (“se llenó” de pena, no sólo un poco), que se para, no “pasó de largo”.

. Porque “se llenó” de compasión, otros sentimientos desaparecen de su corazón (prisa, asco, egoísmo, rentabilidad económica).

. No sabía quién es, ni cómo se llamaba. No le conoce. Ni le ha pedido ayuda (lo dejaron “apenas con vida”, no podía hablar). Pero necesita ayuda inmediata. No puede decir que no lo ha visto. Es más, se alegra de ser útil. Se mueve por compasión, no por amistad.

. “Se acercó, vendó sus heridas, echando en ellas aceite y vino;”

. Porque “se acercó” ve las heridas, la sangre, la situación. Está ahí. Toma decisiones. No es un espectador (como el sacerdote y el levita). El teórico ve las cosas desde lejos, le falta información, y no hace nada por cambiar la realidad, no soluciona los problemas (aunque sugiera soluciones).

. Es útil porque está preparado. Puede ayudar porque se ha formado. No basta con buenos sentimientos. Hay que saber (vendar heridas o curarlas con aceite y vino exige preparación, conocimientos). No es verdad que queremos a los demás –ni siquiera a los necesitados- si no somos generosos para formarnos. Y eso exige tiempo y medios.

. ¿Estudiamos la doctrina cristiana, para enseñar al que no sabe? ¿mejoramos personalmente para poder ayudar a los otros?. Quien no sabe inglés no puede ayudar a traducir o preparar un examen. Nadie da lo que no tiene.

. El “aceite” y el “vino” que echa en las “heridas” lo pierde. Renuncia a su uso personal a favor del necesitado (de ese “hombre”). No da lo que le sobra. Porque es generoso, se para, se llena de “compasión”, y ayuda lo que puede.

. “y montándole sobre su propia cabalgadura,”

. El buen samaritano prescinde de lo suyo, se coloca incluso en una situación inferior a la del socorrido (él va a pie y el otro a caballo). Soluciona el problema. Después ya solucionará sus problemas. Quedarse sin “aceite”, sin “vino” o sin “cabalgadura” no es un freno para dejar de ayudar. Dios proveerá.

. “lo condujo al mesón y cuidó de él.”

. Realmente se trata de un hombre ejemplar (a quien Jesús nos pedirá que imitemos). Podría dejar todo en manos de profesionales (el mesonero, los médicos, etc.). Él ya ha hecho mucho. Y sin embargo cuida personalmente del herido. No se desentiende. No solo entrega bienes (“aceite”, “vino”, “cabalgadura”) sino que se da él mismo (su tiempo, su descanso, su cambio de planes). Cuida de él porque sabe hacerlo (meditemos más sobre la importancia de la formación, de la preparación personal).

. “Al día siguiente,”

. La atención del herido dura toda la noche. Quizá cambia vendas, da de beber, le atiende cuando se queja o se despierta, le explica lo ocurrido, etc. Es un cambio importante en el viaje. Y “al día siguiente”, cansado, después de toda una noche en vela, debe seguir su camino.

. “tomando dos denarios,”

. Es una cantidad de dinero importante (el denario era el sueldo de un día de trabajo). ¿??

. “se los dio al mesonero y le dijo:”

. Este hombre debe continuar su camino. No puede descuidar sus obligaciones familiares, profesionales y sociales. Cuenta con la colaboración de otras personas. Sería un desorden, una irresponsabilidad, que desatendiese sus compromisos una vez solucionado lo más grave del problema.

. “«Cuida de él y lo que gastes de más te lo pagaré a la vuelta»”.

. El samaritano llega hasta el final. No se conforma con una solución a medias. Su generosidad no tiene límites (“lo que gastes de más”, sea lo que sea, “te lo pagaré”). Probablemente es un hombre –el de la parábola- de prestigio, de confianza. Un hombre de bien, conocido por sus buenas obras y por su palabra de honor. Por eso el mesonero se puede fiar de él (“te lo pagaré a la vuelta”).

. El cristiano necesita prestigio. También cuando trata de ayudar a los demás, con iniciativas solidarias, etc. Por su trabajo bien hecho, por su cumplimiento de los compromisos, por su honradez, etc.

. “¿Quién de los tres te parece que fue prójimo del que cayó en manos de los ladrones?».

. En los malos momentos (“prójimo del que cayó en manos de los ladrones”) se ve quien es amigo de verdad. Cuando aparecen los problemas hemos de dar la cara. No dejar solos a los demás. Mientras otros critican (es un egoísta, está borracho, etc.) nosotros debemos actuar, intervenir.

. La pregunta (“¿quién de los tres te parece…?”) recuerda que todos sabemos cuando queremos qué se debe hacer para ser un buen samaritano. Hasta quien preguntó “para tentarle” y “queriendo justificarse” lo sabe.

. Los tres (sacerdote, levita y samaritano) pasaron muy cerca del hombre y lo vieron, pero solo quien “se llenó de compasión” es el prójimo.

. “El le contestó: «El que tuvo misericordia de él».

. Es curioso. El “doctor de la Ley” no contesta: el que le venda, cura con vino y aceite, le monta en su cabalgadura y paga con su dinero el mesón. El “prójimo” es el que tiene “misericordia”. El origen, la fuente de esas buenas obras es la misericordia.

. También cuando no podamos ayudar materialmente a los demás (porque están lejos, carecemos de medios o su enfermedad no tiene remedio), somos su “prójimo” si tenemos “misericordia de él”. La misericordia es lo característico de Dios y de los hijos de Dios.

. El cristiano siempre puede rezar por los demás, por los problemas que conoce (un terremoto, un accidente aéreo, etc.).

. “Y Jesús le dijo: «Anda y haz tú lo mismo».”

. Ser santo, ser buen cristiano es ser un buen samaritano para todos. El resumen de la Ley de Dios es amar a Dios y ayudar a los demás. Dios nos necesita para hacer el bien, cuenta con nosotros (y los demás también).

. Quien se niega a ser buen samaritano antes o después necesita ayuda de los demás (cae “en manos de los ladrones”, le ocurre alguna desgracia) y puede experimentar la amargura de ser pagado con la misma moneda.

. El “samaritano” descrito por Jesús es un modelo ideal de hombre bueno (es compasivo, pone sus bienes al servicio del necesitado, cambia sus planes para ayudar, su entrega no tiene límites). Y, sin embargo, el Señor quiere que sus discípulos seamos así, que hagamos realidad este ideal (“anda y haz tú lo mismo”).

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