20.4.08

Resurrección y Ascención de Jesús

Creemos firmemente que Cristo vive. Hemos de repetirlo: Cristo vive.

"La teología de la Cruz es la Resurrección" (Ratzinguer).

Se suele decir que cuando Jesús muere se completa la Redención, y que la Redención se termina con la Resurrección.

La Redención se completa en la Cruz al contemplar la naturaleza humana de Cristo: morir es todo lo que puede hacer. Cristo da todo lo que podía dar (en su naturaleza humana).

Desde el punto de vista de Dios, la Redención se consuma en la Resurrección.

Considerar que en nuestra identificación con Cristo (que es obra del Espíritu Santo) hemos de pasar por pequeños o grandes Getsemanis y pequeños o grandes Viernes Santos.

Es muy bueno, y ayuda mucho, hacer la oración de aceptación de la muerte.

La vida cristiana es una vida pascual, de alegría.

El Apocalipsis es como un quinto Evangelio. Cristo vivo triunfante y glorioso que habla. San Juan, en Patmos, cae arrebatado al Cielo. Le llaman y se vuelve a ver quién le habla. Se encuentra cara a cara con Cristo Glorioso. Cae a sus pies como muerto. Jesús le agarra por el hombro y le dice: "soy el primero y el último, el viviente. Estaba muerto y ahora vivo por los siglos de los siglos".

Para ser el "viviente", Cristo tuvo que morir.

El triunfo está ya. El triunfo de Cristo ya es. Triunfaremos nosotros si estamos unidos a Dios, si estamos unidos al cuerpo místico de Cristo.

Cristo, entre la muerte y la Ascensión, confirmó a los apóstoles su Resurrección con muchas pruebas (dejándose tocar, explicándoles...). Les habla a los Apóstoles del Reino de los Cielos...

Jesús les da como argumento definitivo de su Resurrección las cinco llagas. Es la prueba definitiva que pide Tomás.

San Josemaría recomendaba acudir a las llagas de Jesús (cuando no vemos, cuando hay una especial dificultad).

"Métete en las llagas de Cristo Crucificado. Allí aprenderás a guardar tus sentidos, tendrás vida interior, y ofrecerás al Padre de continuo los dolores del Señor y los de María, para pagar por tus deudas y por todas las deudas de los hombres".

Recurrir a las llagas de Cristo. Es una experiencia que no se puede transmitir. Pensar en el significado de esas cinco llagas, que son como cinco bocas clamando por nuestra salvación. Y claman por nosotros cuando nosotros estamos en nuestro Getsemaní.

Todos los santos han acudido a las llagas.

No se puede ver a Cristo sin las llagas.

Un gran consejo de nuestro Padre: acudir a las llagas.

"Al admirar y al amar de veras la Humanidad Santísima de Jesús, descubriremos una a una sus Llagas. Y en esos tiempos de purgación pasiva, penosos, fuertes, de lágrimas dulces y amargas que procuramos esconder, necesitaremos meternos dentro de cada una de aquellas Santísimas Heridas: para purificarnos, para gozarnos con esa Sangre redentora, para fortalecernos. Acudiremos como las palomas que, al decir de la Escritura, se cobijan en los agujeros de las rocas a la hora de la tempestad. Nos ocultamos en ese refugio, para hallar la intimidad de Cristo: y veremos que su modo de conversar es apacible y su rostro hermoso, porque los que conocen que su voz es suave y grata, son los que recibieron la gracia del Evangelio, que les hace decir: Tú tienes palabras de vida eterna".

Con la Ascensión empieza el Cielo para los hombres. Hay un Hombre (Cristo), una naturaleza humana, en el Cielo.

Jesús arrebatado al Cielo, volverá. "Sólo hizo la excepción de volver a la tierra para constituir a San Pablo apóstol (testigo de visu de la Resurrección)".

Jesús nos ha dejado el mundo como heredad. Unidos a Cristo trabajamos este mundo llevando su luz.

Salmo 26, Si consistant adversum me castra... Tenemos los triunfos en la mano.

Hacer lo que los apóstoles y los ángeles: mirar al cielo y mirar la tierra.

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