- Cumplir el deber de cada momento.
- Luchar por tener presencia de Dios.
- Celo por las almas.
- Servicio a los demás.
El modelador: el Espíritu Santo.
El modelo: San Josemaría.
Pasaron los años y el 23 de enero de 1929, en Madrid, junto al lecho de una moribunda con santidad de vida, Josemaría le daba este encargo: ¡Si no he de ser un sacerdote, no bueno, ¡santo!, di a Jesús que me lleve cuanto antes
Anécdota de D. Álvaro. El peligro de ver a nuestro Padre como un modelo para admirar, pero no para imitar.
Ser santo no es sinónimo de ser impecables. Ahora comienzo. Comenzar y recomenzar.
Los Evangelios cuentan multitud de defectos de los apóstoles. Y han sido el fundamento de la Iglesia.
Nos haremos santos luchando contra nuestros defectos. Precisamente la santidad está en la lucha. A Dios le interesa nuestra lucha, no los resultados.
Y Dios se volcará con nosotros dándonos el ciento por uno. A los que tienen hambre de ser justos el Señor les colma de bienes.
La vida cristiana es lucha constante y exigente, marcándonos metas concretas.
Forja 440, "La santidad personal no es una entelequia, sino una realidad precisa, divina y humana, que se manifiesta constantemente en hechos diarios de amor".
Forja 10.
Camino, 57. La importancia de la oración bien hecha.