9.1.08

El escepticismo católico

Toda la verdad

Una señora no creyente me decía un día: "Estáis muy desacreditados". "¿Y qué?", le repliqué. Con un crucifijo como emblema, ya me dirás. Con lo cual no quiero justificar nuestras flaquezas, porque la crucifixión de Jesús, aceptada por él, fue una victoria a nuestro favor sobre la muerte. Si quieres criticar a la Iglesia, infórmate bien porque tiene muchas caras. Y toma nota: es el tercer milenio y seguimos aquí, ¿te parece poco? Y una Teresa de Calcuta y su obra ¿son acaso nada? ¿No son victorias sobre el mal? Cito sólo unos hechos brillantes, pero también la fama de Cambridge le viene de los Nobel, a cuyo lado las mediocridades que han pasado por allí son legión.

La verdad en el amor como ejemplo

En todo caso, no hemos fracasado. Sois vosotros quienes fracasáis no dándoos cuenta de que ofrecemos lo que nadie presenta: el sentido de la vida. Y los humanos tenemos más hambre de sentido que de pan. Vosotros –continué– decís no creer en nada, ¡pero os fiáis de cada cosa...! Un ejemplo: creéis en el enamoramiento, que se esfuma en tres semanas y es sólo una trampa para comenzar a amarse con el verdadero amor definitivo, que pide sacrificio. Muchos pensáis que convivir sin casarse un hombre y una mujer enamorados proporciona la felicidad. Pero eso sólo lo venden el cine y la novela románticos con sus largos besos y un cuarto de hora de cama, callando el amor del día a día. El cine y la literatura son muy interesantes, pero no hay que creérselo todo.

El amor pide esfuerzo, ceder mucho al cónyuge y vencerse a sí mismo cada día. No es fácil, pero a la larga mejora a los interesados, es un bien social y salva la especie. Se habla mucho de sexo –continué– pero una película se titulaba: "¿Por qué lo llaman amor cuando quieren decir sexo?". El amor y el sexo se implican; pero son dos cosas distintas. Y el sexo sin amor es frustrante.

Una sana salud mental

Fallos, la Iglesia los tiene, y a veces graves –continué–. Y los eclesiásticos y los teólogos hemos hablado a veces demasiado bien de la Iglesia ("cuerpo místico de Cristo" y todo eso, que es cierto si se entiende bien), pero luego los papas y los que no lo somos tenemos que mordernos la lengua y pedir perdón por las cruzadas, que no fueron una niñería, y la evangelización de América que, como ha sido dicho, se hizo a cristazos. La Iglesia no debería hablar más que de Jesucristo, que siempre nos hará quedar bien.

Mi amiga, que no es creyente, es inteligente y honesta y concluyó: "Realmente, tenéis mucha fuerza... gracias a vuestro escepticismo". No está mal, ¿verdad?


Fuente: Agustí Altisent (+) Monje de Poblet