28.1.08

Unidad de vida

La unidad de vida implica:

a) la no fractura interior (regirse por el sentido sobrenatural; sinceridad de vida);

b) la no fractura exterior (aplicar el sentido común en nuestro actuar cristiano; bonus odor Christi; no disimular; señorío).

La no-fractura interior

"La vida conforme a la voluntad de Dios constituye una parte imprescindible de la adoración verdadera (...) En ultima instancia la verdadera adoración a Dios es la vida misma del hombre, el hombre que vive rectamente, pero la vida es vida verdadera cuando nos dejamos configurar por Dios apoyando la mirada en El" (Ratzinguer, El espíritu de la liturgia p. 38).

El sentido sobrenatural hará que las decisiones de todo tipo se tomen de acuerdo con el orden querido por Dios y, en consecuencia, aparecerá la unidad de vida, que es característica primordial de madurez: saber integrar todo en función de lo que ocupa un lugar central en la vida y tiene valor permanente”.

Un rasgo distintivo de nuestro espíritu es la perfecta unión y compenetración entre 3 aspectos de la vida:

a) Ascético: buscar la comunión con Dios. Cumplimiento de la misión.

b) Apostólico: buscar la santidad de los demás.

c) Secular: somos uno más entre nuestros iguales.

La recomposición de la unidad interior, si hubiera una fractura se hace a través del sacramento de la Confesión.

Del mundo, sin ser mundanos

"El hombre honrado y cabal es el hazmerreír. Lo propio de la sabiduría de este mundo es ocultar con artificios lo que siente el corazón, velar con las palabras lo que uno piensa, presentar lo falso como verdadero, y lo verdadero como falso. La sabiduría de los hombres honrados, por el contrario, consiste en evitar la ostentación y el fingimiento, en manifestar con las palabras su interior, en amar lo verdadero tal cual es, en evitar lo falso, en hacer el bien gratuitamente, en tolerar el mal de buena gana, antes que hacerlo; en no quererse vengar de las injurias, en tener como ganancia los ultrajes sufridos por causa de la justicia. Pero esta honradez es el hazmerreír, porque los sabios de este mundo consideran una tontería la virtud de la integridad. Ellos tienen por una necedad el obrar con rectitud, y la sabiduría según la carne juzga una insensatez toda obra conforme a la verdad" (de los tratados morales de san Gregorio Magno, papa, sobre el libro de Job, Libro 10, 47-48: PL 75, 946-947).

Sentido común

"Hay que comportarse como amadores de Dios. In omnibus exhibeamus nosmetipsos sicut Dei ministros (2 Cor VI, 4), comportémonos en todas las cosas como servidores del Señor. Si te das como El quiere, la acción de la gracia se manifestará en tu conducta profesional, en el trabajo, en el empeño para hacer a lo divino las cosas humanas, grandes o pequeñas, porque por el Amor todas adquieren una nueva dimensión" (ECQP).

Entre los síntomas de falta de unidad de vida, hay uno que aqueja al hombre de hoy de modo especial: la tendencia al disimulo. Si no se está atento, esta actitud se cuela sin que apenas nos demos cuenta. Se traduce en un querer encubrir con astucia lo que se es y se siente, afectando ignorancia por miedo a que los demás descubran lo que somos. Se tiende por este motivo a ocultar o disfrazar las miserias y defectos personales, aunque también en ocasiones hasta alguna virtud por miedo a que puedan tildarnos de “personas buenecitas”. Es un disimulo que a fuerza de repetirlo, se convierte en un hábito, en un arte perverso (Cfr. A. Fuentes, Aprender a madurar, p. 75).

La persona que finge lo hace con intención de engañar, de dar a entender lo que no es. El que disimula, en lugar de crear, destruye.

Es difícil confiar en una persona que disimula.

Un acto deja de ser bueno cuando está viciado por la mentira. El disimulo provoca desconfianza. Nadie puede fiarse de una persona que piensa de una manera y actúa de otra.

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