6.1.08

Fortaleza

  1. Es propio del hombre rezar, dirigirse a Dios; y los animales no pueden hacerlo.
  2. Para rezar, además de mucho amor a Dios, se requiere una virtud humana que también es propia de los hombres: la fortaleza. Los animales no son fuertes; pueden ser más o menos brutos, más o menos salvajes (domesticarlos es controlar su salvajismo y amansarlos).
  3. La fortaleza es la virtud humana que lleva a dominar los propios instintos y pasiones y someterlas al imperio de la razón.
  4. La fortaleza tiene mucho que ver con el espíritu de sacrificio. La palabra “sacrificio” viene de “sacrificar”, que significa “matar”, dar muerte. Hacer sacrificios es matar el egoísmo, la comodidad, la pereza, la sensualidad, la tendencia a buscar siempre el propio capricho.
  5. San Josemaría decía que “ningún ideal se hace realidad sin sacrificio”; y un conocido artista explicaba que en sus obras de arte había un 1 % de inspiración y un 99 % de horas de sudor.
  6. Entre las virtudes que hemos de cultivar ocupa un lugar especialmente importante el espíritu de sacrificio: la capacidad de renunciar a la propia comodidad y al capricho. Los niños pequeños son caprichosos por naturaleza. Un adulto que es caprichoso queda infantilizado.
  7. En esta vida no llegan lejos los que tienen grandes cualidades o virtudes, sino los que de modo habitual se vencen a ellos mismos y vencen la pereza.
  8. Un consejo para crecer en fortaleza, espíritu de sacrificio y reciedumbre: “cumple el pequeño deber de cada instante, haz lo que debes y está en lo que haces”.
  9. Un termómetro para medir tu fortaleza y reciedumbre: ¿cuántos días te has levantado esta semana en cuanto ha sonado el despertador? ¿cuántas horas te has pasado delante de la televisión matando el tiempo? ¿cuántas clases has desaprovechado con la imaginación suelta y pensando en otras cosas? ¿cuántas veces te has reprimido una queja y te has callado?