En el 75 aniversario del primer Círculo de San RafaelCfr. cr 1/08
Año 1933.
“El grupo de seguidores de don Josemaría estaba por entonces muy mermado. (…) En tales circunstancias resultó providencial la aparición de un estudiante de Medicina llamado Juan Jiménez Vargas”.
“En la segunda entrevista…”. La audacia de San Josemaría, resumida en pocas palabras.
Cfr. Carta del Prelado, enero 2008. Algunas ideas:
"La Navidad nos vuelve a poner ante los ojos la urgencia de colaborar con Cristo en la aplicación de los frutos de la Redención".
"Cuando alguien experimenta un gozo grande, siente el impulso de comunicarlo a las personas con las que se relaciona. Sucede con mayor motivo cuando se trata de la vida sobrenatural, que Jesús ha traído a la tierra. Es esta una dicha que no se puede ocultar, porque la vocación cristiana lleva consigo, por su misma naturaleza, la necesidad de hacer apostolado".
¿Hablar de Dios atenta contra la intimidad de las personas?[1]
"No hay que conformarse con el testimonio del ejemplo, porque el ejemplo solo –siendo indispensable- no basta".
"El afán apostólico ha de ser como un instinto sobrenatural. Es necesario que mis hijos busquen la ocasión de hablar, de comunicar estas maravillas que el Señor nos ha confiado. No basta la presencia, para trabajar cristianamente"[2].
"Los primeros Doce –para predicar el Evangelio- tuvieron una conversación maravillosa con todas las personas a las que encontraron, a las que buscaron, en sus viajes y peregrinaciones. No habría Iglesia, si los Apóstoles no hubieran mantenido ese diálogo sobrenatural con todas aquellas almas. Porque el apostolado cristiano no es más que eso: ergo fides ex auditu, auditus autem per verbum Christi (Rm 10, 17); ya que la fe proviene del oír, y el oír depende de la predicación de la palabra de Jesucristo"[3].
La labor de San Rafael. El peso y el gozo de sacar adelante este apostolado recae principalmente sobre los fieles más jóvenes de la Prelatura, y sobre los que tienen confiado este encargo.
"¿No descubrís personas jóvenes a las que poner en contacto?"
"¡Influye tanto el ambiente!", me has dicho. Y hube de contestar: sin duda. Por eso es menester que sea tal vuestra formación, que llevéis, con naturalidad, vuestro propio ambiente, para dar "vuestro tono" a la sociedad con la que conviváis.
Y, entonces, si has cogido este espíritu, estoy seguro de que me dirás con el pasmo de los primeros discípulos al contemplar las primicias de los milagros que se obraban por sus manos en nombre de Cristo: "¡Influimos tanto en el ambiente!" (Camino, 376).
La vida cristiana es un encuentro con Jesucristo: Él llama como lo hizo con el joven rico (cfr. Mt 19, 16-22). Sin embargo, no es posible alcanzar este conocimiento con las propias fuerzas o con los solos recursos de nuestra razón. Es un don de Dios. La auténtica fe cristiana exige buscar a Cristo, encontrarlo y amarlo haciendo vida propia sus mandamientos y sus enseñanzas (cfr. Enc. Veritatis Splendor, 88, 3)
"Al regalarte aquella Historia de Jesús, puse como dedicatoria: "Que busques a Cristo: Que encuentres a Cristo: Que ames a Cristo". Son tres etapas clarísimas. ¿Has intentado, por lo menos, vivir la primera? (Camino, 382).
El Opus Dei es "una gran catequesis". La finalidad de los medios de formación es impartir aquellos
conocimientos y prácticas de la fe cristiana, que nos permitan vivirla coherentemente en el trabajo profesional y en las demás circunstancias de nuestra vida, sin sacarnos del mundo; coherencia que se traduce hoy en día en el testimonio de la vida cristiana y en la defensa de las verdades de fe (cfr. Enc. Veritatis Splendor, 89 y 107).
