6.1.08

Continuidad y fidelidad

Continuidad y fidelidad

Los que estan a lo largo del camino son los que oyen; pero enseguida viene el diablo y arrebata de su corazón la palabra para que no crean y se salven. Los que estan sobre peña son los que, cuando oyen reciben con alegria la palabra; pero no tienen raices, creen por algun tiempo y en el momento de la tentacion sucumben. Lo que cae entre espinas son aquellos que, oyendo, van y se ahogan en los cuidados, la riqueza y los placeres de la vida y no llegan a madurez. Lo caldo en buena tierra son aquellos que, oyendo con corazon generoso y bueno, retienen la palabra y dan fruto por la perseverancia”. Lc 8, 12-15.

Si la vocación es algo dinámico, la fidelidad no consiste en ir dejando pasar el tiempo. El paso del tiempo nos hace más viejos, pero, por sí mismo, no nos hace más fieles al espíritu del Opus Dei.

Es evidente que si estamos aquí, podemos decir que, un año más, hemos sido fieles. Pero la pregunta clave es ¿he sido en este año más fiel a Dios y al espíritu del Opus Dei? ¿me estoy identificando con el espíritu del Opus Dei? ¿pueden los demás al verme, decir “aquí hay un señor del Opus Dei”, o soy un señor del Opus Dei “con reparos”, “a medio cocinar”?

Una cosa es estar en el Opus Dei y otra muy distinta ser Opus Dei. Una cosa es vivir en el Opus Dei y otra muy distinta hacer el Opus Dei con mi vida. Es distinto estar en la Iglesia que ser cristiano.

Dios, que te creo sin ti, no te salvara si ti” (San Agustín, Sermón 169).

La fidelidad es consecuencia de la sintonía con el Espíritu Santo, con sus inspiraciones.

Durante la última Cena, el Señor prometió a sus discípulos que les enviaría el Espíritu Santo (el Paráclito o consolador): "El os enseñará todo y os recordará todas las cosas que os he dicho" (Jn 14,26). Y, en efecto, el Espíritu Santo vino sobre la Iglesia, de manera espectacular durante la fiesta judía de Pentecostés (Cfr. Hech 2). Llenos del Espíritu Santo, aquellos Apóstoles cambian manera de ser; a pesar de haber huido en el momento de la Cruz, desde ahora serán testigos fieles de Jesucristo en todo el mundo, y muchos darán su vida por El.

“Llamamos inspiraciones a todos los atractivos, movimientos, reproches y remordimientos interiores, luces y conocimientos que Dios obra en nosotros, previniendo nuestro corazón con sus bendiciones (Sal 20, 4), por su cuidado y amor paternal, a fin de despertarnos, excitarnos, empujarnos y atraernos a las santas virtudes, al amor celestial, a las buenas resoluciones; en una palabra, a todo cuanto nos encamina a nuestro bien eterno” (San Francisco de Sales, Introd. a la vida devota, 11, 18).

Continuidad y continuismo.

Tenemos la misma vocación que nuestro Padre, y las mismas gracias de Dios para vivirla, en circunstancias distintas. A veces ocurre con las empresas humanas que los abuelos las fundan y las sacan adelante, los hijos las heredan y tiran de ellas como pueden, y los nietos se encargan de cerrarlas o de venderlas.

El peligro de la inconsciencia (no de la mala fe, sino de la in-consciencia, de la falta de conocimiento). El sacrificio que supuso a nuestro Padre el nacimiento de la Obra. Y el sacrificio que tiene que suponer su desarrollo, porque la Obra es todavía una criatura pequeña que tiene que crecer y desarrollarse.

Mentalidad de pioneros. Iniciativa. Imaginación. Ingenio. No parapetarse detrás de lo institucional ni esconderse en “las madrigueras” o “los guetos”. Donde nos santificamos es en medio de la calle, con nuestros iguales, a los que procuramos llevar la gracia de Dios.

El dinamismo de nuestra vocación exige que pongamos la inteligencia y la voluntad al servicio de su desarrollo; no podemos ser individuos hechos en serie. Cada uno, con sus peculiaridades, con su originalidad propia, con sus talentos, también con sus defectos, ha de encarnar el espíritu del Opus Dei, y luchar por la santidad.

“El nostre Fundador ens ensenyava que el normal és que visquem molts anys i que esgotem la nostra existència morint exprimits com una llimona: no és altra cosa que el que Jesús ens acaba de dir a l'Evangeli. Fer-se gra de blat, caure a terra i morir per donar molt de fruit.

Aquest ha de ser també el projecte per la nostra vida: entregar-nos del tot a Déu, sense reservar-nos res, amb la il·lusió de donar molt de fruti” (Homilía del Dr. Pujals en el funeral por Mn Ignasi Sallent, 30/06/07).

Los frutos dependen de nuestra correspondencia.

Cuando no se corresponde a la gracia de Dios el corazón se endurece y la vida se vuelve ineficaz.

Cuando el corazón esta endurecido, los pájaros arrebatan la semilla divina. No la devuelven: se la llevan para siempre” (Card. J. H. Newman, Sermón para el Domingo de Sexagésima: Llamadas de la gracia).

De que tu y yo nos portemos como Dios quiere —no lo olvides— dependen muchas cosas grandes” (Camino, n. 755).

“La tierra era buena, el sembrador el mismo, y las simientes las mismas; y sin embargo, ¿como es que una dio ciento, otra sesenta y otra treinta? Aquí la diferencia depende también del que recibe, pues aun donde la tierra es buena, hay mucha diferencia de una parcela a otra. Ya veis que no tiene la culpa el labrador, ni la semilla, sino la tierra que la recibe; y no es por causa de la naturaleza, sino de la disposición de la voluntad (San Juan Crisóstomo, Homilía. sobre S. Mateo, 44).

Fidelidad proselitista. El proselitismo y el apostolado son las señales de la madurez cristiana.

Fidelidad: el cumplimiento de nuestras Normas del plan de vida.