6.1.08

Corrección fraterna

- De la filiación divina brotan muchas consecuencias. Una de ellas es la fraternidad.

- La fraternidad es la realidad que nos une a Jesús. La vida del Señor nos enseña a tratar a las almas en sus circunstancias particulares. Jesús se acomoda a cada uno: Zaqueo, el buen ladrón, Marta y María… Jesús trata con cada alma de un modo personal e íntimo.

- Nosotros hemos de imitar a Jesús que es nuestro modelo.

- San Lucas nos cuenta la parábola del buen samaritano. Lc 10, 30. ¿Y quién es mi prójimo?, le pregunta un escriba a Jesús. Es fácil imaginarse a aquel hombre maltratado y malherido, con un hilillo de esperanza: “alguien se acordará de mi”. Pasa mucha gente a su lado. Este hombre sigue esperando, no se desespera. Cuando pasa el samaritano, la reacción que tiene es dejarse cuidar: le venda las heridas, lo monta en su caballo, lo lleva a la posada… El samaritano tiene con el herido muchos cuidados. Lo trata con delicadeza, lo mima.

- Mucha gente pasó de largo. El dolor moral de este personaje, que está abandonado.

- Tenemos que dar gracias a Dios porque nosotros siempre tendremos un hermano a nuestro lado que se ocupará de nosotros, que nos ayudará a recuperarnos.

- El hombre herido se deja cuidar y conducir al lugar adecuado.

- Es un consuelo saber que tendremos gente a nuestro lado que nos ayudará a ser fieles.

- Para nosotros el modelo de caridad, de cariño, es Cristo, pero también nuestro Padre.

- 30.VI.61. Nuestro Padre tiene muchos dolores en las encías por una operación que le han hecho. Se encuentra con un hijo suyo en la puerta del ascensor de Villa Tevere, “¡Cómo os quiero, hijos míos!, os quiero más que vuestras madres, más que vuestros padres. El 90% de la vocación se la debéis a ellos. Os querré también cuando esté en la casa de Dios. Os querré entonces más”.

- Vamos a imitar a nuestro Padre. Nos ha dejado un ejemplo maravilloso. Desde el Cielo nos cuida, nos tiene presentes. “De pocas cosas puedo ponerme de ejemplo… vuestras preocupaciones, vuestros desvelos, son una continua llamada. Querría llevarlo todo sobre mis hombros”.

- Hemos recibido el don de la vocación y somos instrumentos de unidad: almas que tienen que ser alfombra. Ilusión por un servicio constante a nuestros hermanos.

- ¡Padre, que desde el Cielo nos envías gracias, ayúdanos!

- Don Álvaro, en cb comentaba: “que nos queramos mucho. Hay que pedir al Señor que nos dé sus entrañas para que no nos resulte indiferente nada de las personas que conviven con nosotros. Esto le pedía a Dios nuestro Padre desde el 28, cuando no había nadie en el Opus Dei”.

- La fraternidad se tiene que manifestar con obras.

- 20.VIII.88. Ordenaciones en Tc. Don Álvaro no era Obispo. Normalmente Don Álvaro escribía una carta larga que se leía antes de la ceremonia de la ordenación. Ese año se ordenaba un japonés. Nadie de su familia pudo venir a la ordenación. Era el único que no tenía a nadie. El Padre estaba en Solaviella (Oviedo). El Padre le escribió una carta personalmente y se la dio a Don Tomás. “Recibí tu carta desde Torreciudad y hoy te escribo. Con la carta voy yo, para decirte que el 20 no estarás solo porque conmigo se traslada toda la Obra (…) Te dejo ya, pero no te dejo, te encomiendo siempre”.

- Pedir al Señor la sensibilidad para saber ayudar.

- 18.VIII.90. Don Javier le pregunta a Don Tomás ¿puedes dar tú la bendición, que me he mareado? Eran las 3.45. Don Javier tenía un infarto. A las 8.00 de la tarde llaman por teléfono: “de parte de Don Javier, no te olvides decirle a Don Joaquín las medicinas: sábados y domingos no toma la pastilla de Trangorex”. Don Javier estaba en la UCI. Y pensaba en el Padre.

- Podemos vivir pensando en lo nuestro… o vivir como nuestro Padre, Don Álvaro, el Padre.

- “No haremos apostolado si no nos queremos mucho los del propio ctr, los que estamos cerca y se nos nota. Hay que sonreír, estar disponibles, servir de buena gana, pedir perdón y nunca admitir resentimientos, pequeños rencores… Cuántos motivos tendría el Señor para rechazarnos y cuánto nos ama” (Del Padre).

- El cariño en Casa tiene una gran fecundidad apostólica.

- “Vultum tuum Domine requiram!”. Nosotros podemos ser la presencia amable de Cristo para los demás.

- En una casa pequeña, como nos conocemos muy bien tenemos el peligro de dejarnos de corregir. “¿Cómo me comporto en la casa donde vivo? ¿Soy un estímulo para la piedad de los que viven conmigo? Nos tienen que ver cómo rezamos. ¿Demuestro con hechos esa primera manifestación del espíritu de proselitismo? ¿Colaboro en la tarea de la santidad de los demás con mi alegría y buen humor?

- Hay momentos estelares en los que se manifiesta con fuerza que nos queremos. En esos momentos es fácil vivir la fraternidad. A lo largo del día, en los momentos corrientes, es más difícil.

- “No olvidéis que trabajamos bajo la mirada de Dios. La corrección fraterna es parte de la mirada de Dios sobre cada uno de nosotros”. Agradecerla.

- Anécdota. “Ya lo decía yo. Algún día se mataría”.

- Saber perdonar siempre. Es lo más divino: Dios pasa el día perdonando.

- Tener entrañas de misericordia.