6.1.08

Trabajo

Trabajo

El famoso psiquiatra vienés de origen judío, Viktor E. Frankl, fundador de la logoterapia -disciplina que intenta sanar el alma del hombre ayudándole a encontrar sentido a su vida y a su trabajo- escribe en su libro "Ärztliche Seelsorge" ("La psicoterapia en la práctica médica"):

“Lo insustituible y lo indestructible, lo único y lo específico que se encuentra en el hombre es quién trabaja y cómo trabaja y no en qué trabaja. Sólo en cuanto a ser amante, cobra sentido nuestra vida.

Existe el peligro de pensar, especialmente cuando uno hace un trabajo rutinario, o cuando trabaja por los intereses de una empresa y no por los propios intereses, que la vida comienza de verdad después del trabajo. La cantidad de trabajo profesional no es idéntica a la plenitud de sentido de una vida creadora. El neurótico, sin embargo, intenta evadirse de la vida en si misma. Se escapa de la vida, en su plenitud, a la vida profesional.

Su falta íntegra de contenido y la pobreza de sentido en su existencia saldrán a la luz tan pronto como su actividad desaforada se paralice por un determinado período”

San Josemaría, "En el taller de José": "Es hora de que los cristianos digamos muy alto que el trabajo es un don de Dios, y que no tiene ningún sentido dividir a los hombres en diversas categorías según los tipos de trabajo, considerando unas tareas más nobles que otras.

El trabajo, todo trabajo, es testimonio de la dignidad del hombre, de su dominio sobre la creación. Es ocasión de desarrollo de la propia personalidad. Es vínculo de unión con los demás seres, fuente de recursos para sostener la propia familia; medio de contribuir a la mejora de la sociedad, en la que se vive, y al progreso de toda la humanidad (...).

Juan Pablo II en su encíclica Laborem Exercens, escrita hace ya 25 años, en la que se extiende sobre el sentido objetivo del trabajo, la técnica y sobre su sentido subjetivo en el hombre como sujeto del trabajo: "Aunque pueda parecer que en el proceso industrial ´trabaja´ la máquina mientras el hombre la vigila (...) los sucesivos cambios industriales y postindustriales, demuestran de manera elocuente que también en la época del ´trabajo´ cada vez más mecanizado, el sujeto propio del trabajo sigue siendo el hombre.

Es un hecho, por otra parte, que a veces, la técnica puede transformarse de aliada en adversaria del hombre(...). No hay duda de que el trabajo humano tiene un valor ético, el cual está vinculado completa y directamente al hecho de que quien lo lleva a cabo es una persona, un sujeto consciente y libre, es decir, un sujeto que decide de sí mismo (...). El primer fundamento del valor del trabajo es el hombre mismo, su sujeto (...).

Es cierto que el hombre está destinado y llamado al trabajo; pero ante todo, el trabajo está ´en función del hombre´. Con esta conclusión se llega justamente a reconocer la preeminencia del significado subjetivo del trabajo sobre el significado objetivo (...). La finalidad del trabajo -aunque fuera el trabajo más ´corriente´, más monótono- permanece siempre el hombre mismo".